jueves, 12 de septiembre de 2013

Sé restaurado por los méritos de Jesús - Devocional - Vídeo

“Sin embargo, fueron nuestras debilidades las que él cargó; fueron nuestros dolores los que lo agobiaron. Y pensamos que sus dificultades eran un castigo de Dios; ¡un castigo por sus propios pecados! Pero él fue traspasado por nuestras rebeliones y aplastado por nuestros pecados.
Fue golpeado para que nosotros estuviéramos en paz, fue azotado para que pudiéramos ser sanados.”
Isaías 53:4-5 (NTV)
Hubo una época de mi vida en la que las cosas me comenzaron a salir mal y me preguntaba en qué había fallado. Perdí oportunidades y no recibí la cosecha que esperaba. Las cosas que anhelaba se me escapaban de las manos, así como mis sueños, y esto dañó mi corazón. Fue entonces cuando entendí que Jesús había pagado, para que yo fuera restaurado de aquello que me dolió. Primeramente en mi corazón y luego en lo exterior. Al entender que sin importar cuál fuera mi debilidad, DIOS me podía ayudar, mi fe se renovó. Jesús me restauró, y al poco tiempo recibí más de lo que esperaba, pues los sueños de DIOS son más grandes que los míos, más que los nuestros.
Jesús pagó por cualquier debilidad en el alma del creyente para que éste fuera edificado y que le recibiera sin culpa. El que es débil puede encontrar por medio de la obra de Jesús, fortaleza. El que es inseguro puede recibir seguridad por los méritos de Jesús. El que está enfermo puede recibir salud por lo que Jesús hizo. Aquel cuyos sueños fueron rotos puede obtener mejores sueños en Jesús. Sólo tiene que creerlo. Siendo que las Escrituras enseñan que Jesús pagó el precio de nuestra paz (Shalom en el original, que significa plenitud) y que llevó en sí nuestras debilidades, para que nosotros no las llevásemos.
¿Estás llevando en ti alguna debilidad por la cuál Jesús ya pagó? ¿Está tu corazón avanzando por la vida sin alegría? ¿Estás llevando algún peso que Jesús ya llevó en la Cruz?
Si es así, cree que Jesús te puede restaurar y así te será hecho. Sólo pídeselo.
Entrégale hoy a Jesús tus cargas, pues Él ya las sufrió por ti en la Cruz:

“DIOS, perdóname si permití que mi corazón fuese lastimado. Restáurame y ayúdame a hacer tu perfecta voluntad. Reconozco que Jesús pagó el precio de mis pecados, mis debilidades, mis enfermedades y mi paz. Y en Sus méritos recibo lo que necesito. En el nombre de Jesús, Amén.”

 

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