Este pecado (enfermedad), consiste en el afán desmedido por adquirir y atesorar riquezas materiales, con el único objetivo de ser reconocido por la sociedad.
Jesús ya menciona en Su libro, la Biblia, que la vida del hombre no consiste en la abundancia de bienes, ya que eso es únicamente pasajero o temporal, que puede permanecer o incrementarse, o bien desaparecer de un momento a otro, que toda la riqueza del hombre no consiste en eso, sino en lo que posee en su interior.
El libro de Proverbios 28.22 dice: “Se apresura a ser rico el avaro, y no se da cuenta que le ha de venir pobreza”. Los afanes generalmente no llevan a ningún lado, ya que se apuesta muchas veces a ganar y en la mayoría de los casos se pierde. Este tipo de “vida” causa demasiado deterioro, ya que la persona tiene la mente y la mirada puesta solamente, en ver la forma de incrementar los bienes que posee. Su entorno no cuenta, o no tiene mayor importancia, ya que su mente se encuentra embotada en su obsesión, y si no lo logra puede producir en él una frustración, y ésta puede inducirle a una crisis en su estado emocional y en su organismo en general, que muchas veces conlleva a la muerte.
Cierto es que todos anhelamos llevar una vida cómoda, segura, y que procuramos darles a nuestros hijos lo mejor, sobre todo si se proviene de una familia humilde, con carencias, donde se hubo de sacrificar muchas cosas para lograr una meta o sueño, para que aquellos no tengan que pasar por todas las vicisitudes por las cuales pasamos. Sin embargo, esto no legitima que se tenga que vivir inmerso en este deseo malsano de la avaricia, intentando a toda costa poseer cada día más y más, dejando todo de lado, incluyendo a la familia, perdiéndose lo mejor que Dios nos ha dado…¡¡el gusto por vivir!! Perdiendo cada momento, cada instante, cada segundo de disfrutar de todas las cosas bellas que nuestro Dios ha hecho para nosotros.
¿De qué sirve poseer tantas riquezas si no se sabe disfrutarlas?, ¿para qué tanto almacenar si al final…? ¡Nada!, absolutamente nada te habrás de llevar, porque es necesario que seas consciente de que un día llegará tu fin; y, ¿qué es lo peor de todo esto?, que todo aquello que acumulaste, que no quisiste compartir con los tuyos, o que no disfrutaste, un día los tuyos habrán de poseerlo y entonces disfrutarán a manos llenas hasta acabar con todo lo que dejaste. ¿Por qué?, porque en tu enfermedad (avaricia) o ceguera, no supiste compartir los momentos de calidad con los tuyos; seguro que ellos cambiarían todo el dinero y las comodidades por un tiempo compartido contigo, por tu atención, y sobre todo por una caricia llena de amor…Recuerda que la biblia dice: Gálatas 6.7“todo lo que el hombre sembrare, eso también cosechará”. Piensa ésto: la verdadera riqueza del hombre no se encuentra en su cuenta bancaria, o en sus bienes materiales… La verdadera y real riqueza se encuentra en su interior (su alma y su espíritu), ya que a través de ellos podrá vivir tranquilamente, confiando en que todo tiene solución y disfrutando de todo y de todos los que le rodean; sin dar mayor importancia a las cosas o circunstancias que se presenten a lo largo de su vida, porque al final llegará la victoria.
La palabra de Dios nos dice “Que de nuestro interior correrán ríos de agua viva” lo que hará florecer en ti y en mí una maravillosa planta, única, con un color excepcional y un brillo esplendoroso, cuyo simple nombre nos hace recobrar ánimo y fortaleza. Ahí te va el nombre: ESPERANZA; sí hermano, la misma esperanza que posee un niño de que un día todo cambiará, de que las cosas serán mejores; la esperanza que tiene un hombre de campo de que el fruto de su trabajo, un día producirá una excelente cosecha; la esperanza de una madre que se encuentra en estado de gestación, de que llegará el día que conocerá al hijo que lleva en sus entrañas…¡¡LA ESPERANZA!!
Es la misma esperanza que todos debemos tener en nuestro creador y consumador de la fe, en Cristo Jesús. Es el momento de dejar de vivir de manera afanosa, de correr en pos de lo material, de vivir simplemene por vivir…es el momento de darle un cambio a nuestra vida dejando de lado las riquezas materiales y enfocarnos en las riquezas espirituales (del reino), para llenarnos de la paz, el gozo y la libertad que solo Él y nadie más que Él nos puede proporcionar, porque "mejor es vivir un día en la presencia del Señor, que mil fuera de Él".
Hoy te invito a que reflexiones acerca de la vida que llevas, a que hagas un verdadero autoanálisis, y con toda sinceridad te preguntes si vale la pena la forma de vida que estás llevando o si es mejor darle un giro total a la misma, y que veas con otra perspectiva la oportunidad que el Señor te está brindando HOY.
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