Pero el diagnóstico del presidente de la empresa indicó que requería una analítica diferente. En su opinión, ella representaba lo que muchas personas creen: que la fantasía es una mera desviación de la razón.
De aquella creencia inicial (del director) se desprende, casi inevitablemente, la idea de que los artistas, los imaginativos y los creadores son personas perturbadas. En consecuencia, se piensa que el mundo sólo debe ser administrado por personas racionales, que entiendan que la realidad es sólo aquello que se puede medir, cuantificar y comprobar.
Sin embargo, esta teoría debe ser completamente rebatida. Un excelente estudio sobre el lugar que ocupa la fantasía en el mundo y en la vida, se encuentra en el libro La historia interminable, de Michael Ende. En una excelente versión de la editorial Alfaguara, con los dibujos originales, se trata la historia de un niño bastante normal, que roba un libro de una tienda y lo lee escondido en un altillo del colegio donde estudia. Llega un momento de la trama, en la que el chico se integra completamente en la historia, es totalmente abducido, se hace parte de ella; allí se enfrenta no sólo a fantásticos seres y aventuras, sino también consigo mismo. En el instante supremo de la historia, entiende el enigma de su propia vida y regresa totalmente transformado al mundo cotidiano.
La fantasía es parte de la realidad. Como todos los atributos humanos, es de esperar vivirla bajo la perspectiva de la realidad. Tal como la razón sin freno puede llevar a la destrucción de las personas y del mundo, así mismo ocurre con la fantasía. Por lo tanto no debe ser excluida. La fantasía en los colores, en las formas, en los sonidos, en las imágenes, en las palabras, etc., completa la naturaleza de las cosas. La vida es más que sólo trámites, metas, conceptos y convicciones.Un poema, un cuento, una novela, una escultura, un cuadro, una canción, una película, una obra de teatro, un vídeo, una fotografía y tantas otras formas de la imaginación, pueden tocar con su magia las cosas humanas y amplificar su sentido; pueden arrojar la luz precisa allí donde la razón no alcanza. Pueden descubrir para nosotros, lo que ningún discurso o documento pueda revelar.
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