miércoles, 21 de agosto de 2013

Señor, ya no puedo más, ¡ayúdame! - Devocional aliento- Vídeo

Pongámonos en situación:
Acabas de enterarte de una mala noticia, hay un sentir muy desagradable dentro de ti, algo que te quita la tranquilidad deseada, y no quieres que nadie te hable porque tu mente no tiene espacio para pensar en otra cosa, que no sea esa difícil situación que ha venido a tu vida.
Quieres llorar, salir corriendo, irte a algún lugar lejano para tratar de olvidarte de eso, pero aunque fueras al otro lado del mundo, no puedes negar que esa situación estaría también ahí.
Meditas en las formas de salir de eso, tratas de idear la estrategia más perfecta para tratar de solucionar esa situación, pero por más que lo intentas siempre terminas dándote cuenta de que llegas al mismo punto.
El sueño se te ha ido y no puedes dormir, estás desvelado, tratas de asentar tu cabeza sobre la almohada y parece que se ha convertido en una almohada de piedra, que por más que le busques acomodo, nunca la encuentras reconfortante. Te levantas y te sientas en una silla, pones tus manos sobre la cabeza y sigues pensando en esa situación que te ha robado totalmente la paz.
Algo dentro de ti te dice que de ésta no saldrás, que no hay forma que puedas solucionarlo. Y en ese momento, y al darte cuenta de que no tienes oportunidad de ganar, decides por fin rendirte, reconocer que ya no puedes más, reconocer que no hay capacidad en ti para solucionar ese problema.
Las lágrimas brotan de tus ojos y recorren tus mejillas, tienes un sentimiento de dolor muy fuerte y algo que estorba la paz a tu corazón, no puedes más. Doblas tus rodillas en ese mismo lugar, levantas tus manos al cielo y dices: “¡Señor, ya no puedo más, ayúdame!”
Y en ese mismo instante, algo pasa en los cielos que por fin es pronunciada la frase que se necesitaba, para que se echaran a andar las soluciones perfectas que Dios tiene preparadas, para todos aquellos que reconocen su necesidad de Él.


Una puerta se abre en los cielos y una ayuda divina está al venir. “¡Por fin!” dicen los ángeles, quienes esperaban que de tu boca salieran dos frases: “no puedo más”, “ayúdame”. Y con una cara sonriente, se dan cuenta de que Dios está listo para actuar.
Uno de ellos le dice al otro: “Oye, qué privilegio más grande el de esa persona, pues nuestro Señor mismo tomará su problema como suyo y le dará un buen fin”, a lo que el otro responde: “¡Claro! Nunca hemos visto que Dios, nuestro Señor, falle en sus propósitos”.
Hay algo que inunda tu ser después de ese momento de expresión de necesidad de Dios, algo dentro de ti se activa; es la fe, la confianza, la convicción de que algo pasará. Dios mismo pone en tu corazón una paz que sobrepasa tu entendimiento y que te hace confiar ciegamente en que a partir de hoy, ese problema ya no es tu problema, que hoy ya es un problema de Él.
Y entonces, una brisa sobrenatural entra a tu corazón y te llena de frescura, “Ve a tu cama y descansa porque mañana yo haré maravillas en tu vida”, dice el Señor.
Vas a tu cama, y no sabes por qué extraña razón aquella almohada como de piedra, se convirtió ahora en la almohada más suave de todo el universo, pegas tu cabeza a ella, tus ojos se cierran y comienzas a dormir como un niño. ¡Dios tiene el control!
NO OLVIDES QUE DIOS JAMÁS TE NEGARÁ SU AYUDA CUANDO SE LA PIDES DE CORAZÓN, ÉL ESTÁ DISPUESTO A ACTUAR EN EL MOMENTO QUE DECIDAS RENDIRTE A TUS INTENTOS HUMANOS.
“Cercano está Jehová a los quebrantados de corazón; Y salva a los contritos de espíritu” Salmos 34:18

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