miércoles, 21 de agosto de 2013

Instante mágico - Aliento en mensaje

¿Te ha tocado vivir situaciones extremas, como si fuesen de ciencia ficción? A mí me tocó vivir una la semana pasada que rondó en mi cabeza durante varios días, es más, aún lo hace.

Era un miércoles por la mañana en el colegio en el que trabajo. El día había transcurrido con normalidad, el sol alumbraba el patio central y cada uno de los estudiantes realizaba sus actividades de manera normal. Se acercaba la hora del almuerzo y todos, excepto una persona, sentían que el día estaba transcurriendo sin ninguna novedad, sin nada que le hiciera distinto. Pero no era así para Francisco; mientras estaba en el comedor se le cruzaron por la cabeza una serie de pensamientos, ideas, emociones y sensaciones que se apoderaron de él sumergiéndole en un estado de colapso extremo, que le llevó a tomar una decisión radical que cambiaría su vida.

En medio del comedor, alejado de sus compañeros y aún con la comida caliente sobre la mesa, pasó lo inesperado. Francisco tomó una bolsa de nailon y, sin pensárselo dos veces, la puso sobre su cabeza y halando ambas puntas, las apretó alrededor de su cuello. Algunos de sus compañeros se percataron de esta escena y, horrorizados, corrieron a socorrer a su compañero; en medio de la angustia no sabían si romper la bolsa, ir a buscar a su profesora o quedarse allí con él. Entre todos los presentes lograron hacer fracasar el intento de quitarse la vida, rompiendo la bolsa y liberando su cabeza y cuello. Sin lugar a dudas este ya no era un día común y corriente para nadie de los que estaban allí.

Una vez que la profesora de Francisco fue advertida de la situación, conversó con él y llamó a los padres del niño para solicitarles que asistieran al colegio urgentemente. 

Mientras les esperaban, Francisco le contó a la profesora que estaba sufriendo porque sus padres no le escuchaban, que quería poder comunicarse mejor con ellos, que no le dejaban explicar las cosas y que sólo le llamaban la atención. Al llegar los padres, Francisco repitió una vez más lo que le dolía, lo que le hizo querer dejar de vivir; el padre lloraba amargamente y la madre intentaba justificar su presencia con argumentos que en aquel momento no parecían suficientes. Francisco estaba allí, minutos después de haber querido perder la vida, tratando de contar cómo se sentía, intentando recibir apoyo de sus padres, tratando de encontrar en ellos razones para quedarse en este mundo. No sabemos si las encontraría, al menos no sabemos si en ellos.

Lo más triste de todo esto, es que Francisco tenía 10 años… Sí, sólo 10 años de edad.
Puede que en algún momento de la vida nos hayamos sentido como Francisco, sin salida, sin deseos de “participar” de la vida que nos ha “tocado” vivir. Tal vez en ocasiones hayamos sentido mucha adversidad y eso nos ha impedido ver aquello que Dios pone frente a nuestros ojos. Hay un autor que escribe que Dios nos da todos los días, junto con el sol, un instante para cambiar todo aquello que nos hace infelices. 
Ese instante puede ser cuando metemos la llave en la puerta, o cuando nos cepillamos los dientes,... Es un “instante mágico” que todos tenemos, sólo que algunos pueden percibirlo y otros no. El instante mágico de Francisco fue, tal vez, el recibir el apoyo, amor y preocupación de sus compañeros; tal vez el instante mágico de los padres fuera el aprender a escuchar a su hijo y reinventarse como padres. Tal vez el instante mágico para mí, fuera el dar gracias a Dios porque no era yo quien pensaba en ponerse esa bolsa sobre el cuello,…no lo sé…, sólo sé que ese momento es real y es un encuentro cara a cara con Dios, con lo que Él tiene para nosotros en el futuro inmediato y en el lejano, por el camino que decidamos transitar.

Que todos los días, junto con el sol, podamos identificar ese instante mágico que nos permite cambiar todo aquello que nos hace infelices y que nos encuentra a rostro descubierto frente a nuestro creador…

No hay comentarios:

Publicar un comentario