martes, 13 de agosto de 2013

Continuemos el libro - Meditación - Video

Las cadenas de Pablo y su condición de privación de libertad, no le impidieron predicar el Reino de Dios y a Jesucristo, ni seguir su carrera.
La acusación hacia su fe, de sectaria, no impidió que dejara de persuadirles de que conociesen a Jesucristo y testificarles del Reino de Dios. Hubiese podido dejarse llevar por el contenido veraz de la profecía de Isaías, que anticipaba que “oirían, pero no entenderían, que verían pero no percibirían, porque su corazón se había engrosado”, y callar, pero, por contra, siguió hablando de Jesucristo, le movió su obediencia al Señor y su amor por el prójimo.

No permitamos que nada nos paralice. No depende de las circunstancias, sino de donde esté afirmada nuestra vida; siendo conscientes de que si la edificamos sobre oír la voz de Dios y cumplirla, ningún río impetuoso de problemas cuando golpee nuestra vida, podrá derribarla; posiblemente se tambalee, posiblemente sintamos las turbulencias, pero teniendo una relación intima y cercana a Dios, no caerá.
¡Atentos a cómo termina el libro de Hechos!, es como si Lucas hiciera una pausa allí, con la idea de seguir relatando después lo que ocurrió en Roma (con Pablo) y con otros detalles de la iglesia primitiva.

-¿Qué podemos hacer para continuar describiendo el libro de Los Hechos de Los Apóstoles?-

Quisiera animar a seguir peleando la buena batalla, decía Pablo, a continuar la carrera, pero sin dejar de pedirle a Dios que nos dé entusiasmo por predicar el evangelio y hacer discípulos, que nos dé valor para testificar y su disposición para ayudar y servir al prójimo.

Pablo tenía su casa abierta y recibía a todos los que iban, no sólo para disfrutar de una buena comida o de una buena tertulia, sino para predicar el Reino de Dios y enseñar acerca de Jesucristo; en eso estaba centrado. Es como un llamado a la iglesia de hoy, a la que pertenecemos, y que cada uno siga escribiendo la historia, con nuestro testimonio y predicación, pudiendo decir: “Y esta congregación recibía a todos los que a ella venían, predicando el reino de Dios y enseñando acerca del Señor Jesucristo, abiertamente y sin impedimento.”


“Señor ayúdanos a realizar el propósito de extender Tu Reino como Iglesia y ser instrumentos en tus manos para que otros puedan conocerte”.

Para meditar: Deseo predicar el evangelio no sólo con palabras, sino comportándome como lo haría Jesucristo.


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