viernes, 14 de junio de 2013

Miembros De Un Solo Cuerpo - Crecimiento personal-espiritual - Vídeo

“Así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros”. Romanos 12:5
¿Qué es y para qué es la Iglesia?
En el versículo anterior, ¿podemos entender claramente lo que el Apóstol Pablo dice? Pablo está comparando la congregación de los fieles a un cuerpo físico. Él dice que los diferentes miembros de un cuerpo físico pertenecen a un solo cuerpo. Todos los miembros son importantes para el cuerpo. Pero cuando Pablo aplica esta analogía a la congregación, él no dice que cada persona en la congregación pertenezca exclusivamente al “único cuerpo” de la misma. Lo que él dice es que cada persona en la congregación pertenece a todas las otras personas de la congregación, o lo que es lo mismo, que está al servicio de las otras personas de la congregación, formando, todas ellas, un solo cuerpo en Cristo. “Miembros los unos de los otros”. Concepto difícil de comprender para todo el mundo, y nada asumible para los ajenos a la fe en Cristo.
Si los dones no están operando en la Asamblea de personas, el cuerpo no pertenece a nadie más. El cuerpo no es algo independiente de la práctica de los dones dados por Dios. Usted no puede unirse a una construcción o a una denominación si no funciona. Usted ha sido creado dentro de un don viviente que opera mutua y dependientemente en una asamblea de discípulos. Si usted está unido a una cosa, menos lo dicho por Pablo, usted es miembro de un club que en ocasiones le exige deberes.
Dios diseñó la Iglesia para trabajar y cada persona en la iglesia está diseñada para funcionar dentro de esa congregación. Si la Iglesia es para usted algo aburrido, probablemente esa iglesia no está funcionando de la manera que Dios espera que funcione.
Dos importantes factores surgen a raíz de lo expresado por el Apóstol Pablo en Romanos 12:5.


Primerola única razón para que ese ”Cuerpo”, del que Pablo habla, exista por encima de todo, es para que cada miembro del cuerpo tenga una conexión directa con Yeshua (Jesús) y una conexión directa y secundaria con cada seguidor de Jesús. Eso es lo que significa “estar en Cristo”.
Nosotros estamos en Cristo como participantes en una relación que da la vida con Él y debido a esa relación, estamos conectados los unos con los otros. Esa es la razón por lo que la iglesia es en realidad, mucho más pequeña que la audiencia que se sienta en los bancos cada domingo. La Iglesia real está vivamente conectada a Jesús y demuestra esa conexión con un amor práctico del uno con el otro.
En la congregación no hay extraños ni extranjeros. La Asamblea entera de creyentes está vivamente conectada a Él y a los otros. Eso es algo que se pierde en las grandes iglesias, a menos que ellas tengan profundos grupos de relación.

En segundo lugar,
 todos aportan algo crucial a la mesa. No hay “profesionales” cuando se trata de la relación con Cristo y con los otros. La jerarquía profesional es un instrumento creado por los hombres para controlar el “cuerpo”. La única cabeza visible de la Iglesia es Jesús y el desafío más grande para la versión actual de la iglesia, es permitir que Jesús El Señor sea el Señor de la Casa. Eso significa soltar los controles y eso a veces nos llena de terror, porque así parece que a la larga no confiamos en Él.
Vergüenza sea entonces sobre nosotros. Imaginemos lo que la Iglesia sería si fuera el lugar, donde únicamente pudiéramos ejercer con libertad los dones dados por Dios y únicamente allí fuésemos animados a usarlos y ponerlos en práctica.
Imaginemos lo que ocurriría, si estuviésemos rodeados por quienes nos hacen crecer y todos operásemos al 100% de la productividad. Imaginemos qué impresionante sería, pertenecer a una comunidad bendecida por todo lo que nosotros hiciésemos, recibiendo de vuelta los unos de los otros la misma bendición. Esa es la Iglesia que Jesús tuvo en mente.
La gran tragedia de la iglesia moderna es la separación de los dones dados a cada miembro. Esta herejía nos lleva a la aridez y sequía en la Iglesia. Por eso tenemos que pagar el precio.
La Iglesia llega a ser inefectiva en el ministerio y en el testimonio, al no no revelar los dones dados por Dios a la gente, a todos. Es allí donde Dios reina en libertad. Es tiempo de entrar en esa nueva dimensión que en realidad es la antigua y original.
No hay extranjeros ni espectadores en la casa de Dios y esto te incluye a ti y a mí.
Si tú no eres honrado y amado en la manera como Dios te hizo, encuentra una asamblea de creyentes donde tú puedas fluir en lo que eres, y manos a la obra.

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