viernes, 14 de junio de 2013

¿Seguidores o Discípulos? - Devocional

“A ustedes se les ha concedido conocer los secretos del reino de los cielos; pero a ellos no. Al que tiene, se le dará más, y tendrá en abundancia. Al que no tiene, hasta lo poco que tiene se le quitará.”
Mateo 13:11-12
Nueva Versión Internacional (NVI)
Siempre me había preocupado que muchas de las personas, a las que les he compartido del Señor e incluso lo han aceptado como su Señor y Salvador, con el paso del tiempo y por diferentes razones, decepciones de personas o de Iglesias, se  han alejado del Señor, de sus pastores y amigos en la iglesia e incluso han vuelto a su antigua vida y aún a cosas peores; hasta que leí una vez más la Parábola Del Sembrador que Jesús les contó a sus discípulos y pude comprender que realmente no es mi culpa que algunos se aparten y otros prosperen en el camino, que unos escuchen y lo apliquen a sus vidas y otros no; al final es la decisión de cada cual, pues aprender a tomar las decisiones correctas no es fácil, y más bien es un regalo del Espíritu Santo, tener discernimiento y sabiduría, entendimiento y revelación. El libre albedrío es un regalo precioso de Dios a los humanos, no es una camisa de fuerza para que otros hagan lo que nosotros desearíamos que hicieran y comprendí que finalmente, lo único que puedo hacer es orar, orar y orar sin cesar por todas y cada una de estas personas.
La Parábola Del Sembrador nos enseña que La Palabra es la semilla de vida que se siembra en nuestros corazones, pero no toda tierra es fértil y apropiada para recibir esa semilla y hacerla germinar y muchas veces no es el tiempo adecuado; la semilla permanece allí hasta que un buen día florece y lo hace con fuerza; y esto último es muy importante, porque no debemos desanimarnos de seguir esparciendo la semilla, llevando La Palabra a donde quiera que vayamos, sin preocuparnos por lo que pueda suceder en el futuro. El que es del Señor, tarde o temprano, va a tener un encuentro personal con Él  y su vida va a cambiar.
Jesús sabia esto y por eso predicaba a diestra y siniestra, sin importar si eran pobres, ricos, niños, hombres o mujeres, sanos o enfermos. Si analizamos las crónicas que hablan de Jesús en los evangelios, notaremos que Jesús tenía muchos, muchísimos seguidores; a Él, le seguían multitudes; si en esa época ya hubiera existido el Facebook, seguro que Jesús sería la persona en el mundo con más seguidores, fans, admiradores, amigos y enemigos. Él hizo multitud de milagros, sanaciones y prodigios entre todos sus seguidores, pero sólo tuvo 12 discípulos y uno de ellos le traicionó.
Si hemos tenido el privilegio de conocer a Jesús, si Él nos llamó y nos escogió, si nos eligió, no fue para que fueramos simple espectadores o seguidores. Un seguidor, es alguien que te sigue de cerca, sabe todo lo que haces, conoce todo de ti, e incluso hasta habla maravillas de ti, pero no tiene ningún compromiso, no se compromete, no aporta, no es agradecido aunque se haya beneficiado de alguna manera como seguidor. No estamos aquí para ser seguidores de Jesús, estamos aquí para algo más grande: ser discípulos de Jesús.
Un discípulo es un estudiante que sigue a su maestro, pero también que aprende de él, que está dispuesto a obedecer, a poner en práctica sus consejos, sus enseñanzas y por supuesto que se multiplica, que se reproduce y llega a ser igual o aún mejor que su maestro. Jesús se concentró en sus discípulos, a ellos les enseñaba, les explicaba el significado de las parábolas, les hablaba de los misterios del Reino y del futuro; a ellos se les apareció y con ellos conversó después de su resurrección, y a sus discípulos encomendó el futuro de su ministerio; para ellos fueron sus promesas y gran comisión y fueron sus discípulos los primeros en ser llamados cristianos.
El versículo que encabeza este devocional, no estaba ni está dirigido a los seguidores, está dirigido a sus discípulos en todos los tiempos, y para ser discípulo de Jesús, debemos comenzar por cambiar nuestra actitud y comenzar a pensar y a actuar como lo que somos, discípulos de Jesús, y comenzar a jugar en el mismo equipo, con las mismas responsabilidades y beneficios que están incluidos en el paquete, cuando le dijimos Sí, al Señor.
Permitamos que La Palabra del Señor crezca, se multiplique y se conozca en todo nuestro entorno; diseminemos su semilla por todo el mundo; permanezcamos y mantengámonos sujetos a Jesús, como lo dice su Palabra, permaneciendo en Él, amándonos los unos a los otros, orando, permaneciendo en su amor, dando fruto, aprendiendo y también enseñando, consolando pero también exhortando, y que Dios nos encuentre dignos de ser llamados sus discípulos como vencedores y no como derrotados y pobres, que aún lo poco que tengamos nos sea quitado.

“Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. Toda rama que en mí no da fruto, la corta; pero toda rama que da fruto la poda para que dé más fruto todavía. Ustedes ya están limpios por la palabra que les he comunicado.”

Juan 15:1-3
Nueva Versión Internacional (NVI)

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