Tal vez una situación desesperante te llevara a caer sin darte cuenta, esa necesidad tan fuerte o esa urgencia de tomar una decisión tan importante, te llevaban recorriendo el camino llorando; estabas tan angustiado que no sabes ni como llegaste ahí y, a pesar de que lo has intentado todo, parece que te hundes más. Fue tan fácil caer... pero cómo cuesta salir de él.
Has tratado con tus propias fuerzas de saltar a la superficie y sólo logras lastimarte más. Has buscado ayuda en otras personas, pero en vez de hacerlo, te juzgan por haber caído, sus críticas y sus burlas te hunden más y más, parece que son palas con tierra, que en vez de sacarte, tratan de enterrarte; y tu propia desesperación no te deja ver, que mirando hacia arriba, más allá de esas personas que se asoman por momentos a ver si sigues ahí, está la mano de Dios esperando que te olvides de cómo y por qué sucedió y te cojas de ella para salir, esperando que cambies de actitud y dejes de lamentarte por todo lo sucedido.
No te quedes tirado llorando por haber caído, no dejes que te sigan echando tierra para enterrarte vivo, no dejes que nada te mantenga ahí dentro, faltándote tanto camino por recorrer y mucho menos teniendo una mano extendida que te ofrece su ayuda.
Ha sido dura la caída, pero con una actitud derrotista no lograrás nada, debes tener calma, dejar de llorar y ponerte de pie; la ayuda está ahí, esperando que te decidas a tomarla y te olvides de todo lo demás ¿Qué esperas para levantarte?, sacúdete el polvo y sécate esas lágrimas, confía, porque todavía puedes salir de ahí, no te dejes enterrar, es tu decisión quedarte ahí o mantener la calma y pedir ayuda a quien de verdad puede sacarte. Olvídate de los gritos que te dicen que no saldrás de esto, confía y espera en Dios, Él te ayudará a salir de ahí y te dirá por dónde ir y devolverá la sonrisa a tu rostro para que sigas caminando con la frente en alto; y si las dudas vienen a tu mente mientras esperas, recuerda estas palabras:
Pacientemente esperé a Jehová, y se inclinó a mí, y oyó mi clamor. Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso; Puso mis pies sobre peña, y enderezó mis pasos. Puso luego en mi boca cántico nuevo, alabanza a nuestro Dios. Verán esto muchos, y temerán, Y confiarán en Jehová.
(Salmos 40:1-3)
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