Y cuando nuestra naturaleza corruptible se haya revestido de lo incorruptible, y cuando nuestro cuerpo mortal se haya revestido de inmortalidad, se cumplirá lo que dice la Escritura: La muerte ha sido devorada por la victoria. ¿Dónde está, oh muerte, tu victoria? ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? El aguijón de la muerte es el pecado, y el pecado ejerce su poder por la ley. ¡Pero gracias a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo! 1 Corintios 15: 54-57 Versión Dios Habla Hoy.
Una joven chica tenia un padre que sufría de una enfermedad, con la que debía estar tratando frecuentemente en el hospital. Siempre estaba ocupada, por lo que no se quedaba todo el tiempo con su padre. Se encargaba de llevarle y después buscarle en la sala del hospital, pero nunca se quedaba para sus cuidados.
Pasado algún tiempo, la joven recibió la llamada de uno de los doctores de su padre y le dijo que él no presentaba ninguna mejoría, aunque su condición no había empeorado. "Se hace necesario prever cualquier situación. He revisado sus exámenes y todo está igual, no hay mejoría alguna y no sólo eso, revisé su historial médico, y su padre no ha recibido su tratamiento en los últimos tres meses”.
La joven, muy sorprendida, respondió: “no puede ser, yo siempre llevo a mi padre a la hora apropiada y le dejo en la sala del hospital”, a lo que el doctor le volvió a afirmar, “no ha habido registro de la asistencia de su padre para el cumplimiento de sus tratamientos, en los últimos tres meses”.
La joven, confundida y preocupada, dejó su trabajo y se fue a la casa de su padre; al llegar, vio que éste estaba en su escritorio con una Biblia y unos cuadernos. La joven, llena de frustración y tristeza, le preguntó por qué le había mentido todo el tiempo, haciéndole creer que había estado asistiendo a sus citas. Su padre, muy sereno, le respondió: “al principio estuve muy preocupado por mí, el temor a la muerte me atormentaba, hasta que alguien me habló de Jesús; es cierto que he asistido a mis sesiones de tratamientos, aunque no las cumplía como tales, sino que aprovechaba el tiempo para hablarles a otros sobre la salvación en Cristo Jesús, porque por más temerosa que sea la muerte, una vida sin Cristo es más temerosa aún. Con Cristo, la muerte sólo significa el fin de este cuerpo terrenal, pero sin Cristo, la muerte significa el fin de la salvación del alma”.
Porque la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación, de que no hay que arrepentirse; pero la tristeza del mundo produce muerte. 2 Corintios 7:10 Versión Reina Valera 1960.
Algunos endurecen su corazón al escuchar sobre el mensaje de salvación; unos lo hacen por el orgullo de no querer aceptar que han estado equivocados, otros por temor a renunciar a toda creencia, tradición y religiosidad que han estado practicando, otros creen que ya es muy tarde, y otros creen que aún es muy pronto; lo cierto es que todos son excusas para no afrontar la realidad por temor a la decisión, pero aún es más temeroso, pensar que algún día será demasiado tarde para volverse a Dios, y la muerte espiritual será la consecuencia de esa falta de decisión.
Muchos dicen que no hay nada más seguro en esta vida que la muerte, sin embargo, para los que creemos en Cristo, más allá de la muerte no hay nada más seguro que nuestra salvación. ¡La muerte ha sido devorada por la victoria!, ya no es algo que nos atemoriza ni nos preocupa, porque Nuestro señor Jesús nos ha liberado y nos ha hecho participes de una vida en los cielos junto a Él, por la eternidad.
Aceptar y creer en Jesucristo es una decisión importante, y el Señor espera que en todos se cumpla, ya que su deseo es que nadie se pierda y que todos acepten el mensaje de Salvación
Yo no quiero la muerte de nadie. ¡Conviértanse, y vivirán! Lo afirma el Señor omnipotente.
Ezequiel 18:32 Nueva Versión Internacional.
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