viernes, 17 de mayo de 2013

¿Dónde estaba Jesús los tres días entre Su muerte y resurrección? Preguntas y respuestas bíblicas - Vídeo

Respuesta: 1ª Pedro 3:18-19 declara, “Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu; en el cual también fue y predicó a los espíritus encarcelados.”

La frase, “en Espíritu”, en el versículo 18, tiene exactamente la misma estructura de la frase, “en la carne”. De manera que, parece coherente relacionar la palabra “espíritu” con la palabra “carne”. La carne y el espíritu son la carne y el espíritu de Cristo. Las palabras “pero vivificado en espíritu”, apuntan al hecho de, que al llevar Cristo el pecado y la muerte, produjo la separación de Su espíritu humano, del Padre (Mateo 27:46). El contraste es entre la carne y el espíritu, como Mateo 27:41 y Romanos 1:3-4, y no entre la carne de Cristo y el Espíritu Santo. Cuando se completó la expiación de Cristo por el pecado, Su espíritu reanudó el compañerismo que había sido quebrantado.


Primera de Pedro 3:18-22 describe un vínculo necesario entre el sufrimiento de Cristo (versículo 18) y Su glorificación (versículo 22). Solamente Pedro da información específica acerca de lo que sucedió entre estos dos eventos. La palabra “predicó” en el versículo 19, no es la palabra usual para describir la predicación del evangelio en el Nuevo Testamento. Ésta, literalmente significa anunciar un mensaje. Jesús sufrió y murió en la cruz, Su cuerpo fue llevado a la muerte, y Su espíritu murió cuando fue hecho pecado. Pero Su espíritu fue vivificado y lo rindió al Padre. De acuerdo con Pedro, en algún momento entre Su muerte y Su resurrección, Jesús hizo una proclamación especial a “los espíritus encarcelados”.
Para comenzar, Pedro se refería a la gente como “personas” y no “espíritus” (3:20). En el Nuevo Testamento, la palabra “espíritus” es utilizada para describir ángeles o demonios, no seres humanos; y el versículo 22 parece corroborar este significado. Además, en ningún lugar de la Biblia se nos dice que Jesús visitó el infierno. Hechos 2:31 dice que Él fue al “Hades” (Versión Reina Valera), pero el “Hades” no es el infierno. En el idioma griego, la palabra “Hades” hace referencia a la esfera de la muerte, un lugar temporal en donde ellos esperan la resurrección. Apocalipsis 20:11-15 en las versiones de habla inglesa NASB y la Nueva Versión Internacional, hace una clara distinción entre las dos acepciones. El infierno es el lugar permanente y final del juicio para los perdidos. El Hades es un lugar temporal.

Nuestro Señor rindió Su espíritu al Padre, murió, y en algún momento, entre la muerte y la resurrección, visitó la esfera de la muerte, en donde pronunció un mensaje a los seres espirituales (probablemente ángeles caídos; vea Judas 6) quienes fueron, de alguna manera, referenciados con el período anterior al diluvio en el tiempo de Noé. El versículo 20 de Hechos 2 pone esto en claro. Pedro no nos dijo lo que proclamó a estos espíritus encarcelados, pero no podía ser un mensaje de redención, debido a que los ángeles no pueden ser salvos (Hebreos 2:16). Fue probablemente una declaración de victoria sobre Satanás y sus huestes (1ª Pedro 3:22; Colosenses 2:15). Efesios 4:8-10 también parece indicar que Cristo fue al “paraíso” (Lucas 23:43) y llevó al cielo a todos aquellos que habían creído en Él, antes de Su muerte. Este pasaje no da una gran cantidad de detalles acerca de lo que ocurrió, pero la mayoría de los estudiosos de la Biblia, concuerdan en que eso es lo que quieren decir con “llevó cautiva la cautividad.”

Todo eso para decir que la Biblia no es totalmente clara, acerca de lo que Jesús hizo exactamente los tres días, entre Su muerte y su resurrección. Parece, no obstante, que Él estaba predicando victoria sobre los ángeles caídos y/o los no creyentes. Lo que podemos saber con seguridad, es que Jesús no estaba dando a la gente una segunda oportunidad para la salvación. La Biblia nos dice que nosotros nos vamos a enfrentar al juicio después de la muerte (Hebreos 9:27), no a una segunda oportunidad. En realidad, no hay una respuesta clara y definitiva para lo que Jesús estaba haciendo en el tiempo entre Su muerte y resurrección. Tal vez este es uno de los misterios que vamos a entender cuando alcancemos la gloria.

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