1:6 al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia,
piedad;
1:7 a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor.
1:8 Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo.
1:7 a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor.
1:8 Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo.
Hace unos días, de mañana
temprano, me encontraba en el salón de mi casa y, como hago diariamente a esas
horas, habilité un tiempo, cortito eso sí, para leer la Biblia. Estaba centrado, leyendo la santa Palabra de Dios; leía concretamente esta 2ª epístola de Pedro,
cuando llegué a los citados versículos 5 al 8. Los leí, y releí unas cuántas veces, hasta que los comprendí, o al menos los
interpreté, creo, adecuadamente.
En la Biblia leemos que hay tres elementos o sentimientos fundamentales e imprescindibles en la vida espiritual de todo buen cristiano. A
saber: Fe, Esperanza y Amor. Con ser sumamente importantes los tres, el mayor o
más importante de ellos es el “Amor”.
Como os decía,
al leer estos versículos, y volverlos a leer, los interpreté de la mejor forma que entendí. Es decir, siento que la “Fe” es el primer
sentimiento fundamental. Le añadimos, como dice el versículo 5, la “Virtud”;
a ésta le añadimos “Conocimiento”. Al Conocimiento, Dominio propio (sentimiento
de seguridad en Su Palabra, seguridad en Él), +“Paciencia” + “Piedad” + “Afecto
fraternal” + “AMOR”; este es el último y el sentimiento más importante de todos. Al
fin y al cabo ¿cuál es el primer mandamiento y, seguramente, el más importante
de la ley de Dios?: “Amarás a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a
ti mismo”.
También leemos en Juan 3.16: “Porque de tal manera
amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en
él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”.
Y en Romanos 5.8:…mas Dios
muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió
por nosotros”. Ese es el amor verdadero, pues como Jesús dijo a sus
discípulos: “Amaos los unos a los otros como yo os he amado”.
Todas estas cosas nos
conducen a la más importante de todas: el AMOR.
M.G.L:
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