Un maestro quería enseñarles una lección especial a sus alumnos, y para ello les dio la oportunidad de escoger entre tres exámenes: uno de cincuenta preguntas, otro de cuarenta y uno más de treinta.
A los que escogieron el de treinta les puso una “C”, sin considerar que hubiesen contestado correctamente todas las preguntas. A los que escogieron el de cuarenta les puso una “B”, aun cuando más de la mitad de las respuestas estuviese mal. Y a los que escogieron el de cincuenta les puso una “A”, aunque se hubiesen equivocado en casi todas.
Como los estudiantes no entendían nada, el maestro les explicó:
“Queridos alumnos: permítanme decirles que yo no estaba examinando su conocimiento, sino su voluntad de apuntar a lo alto”.
“Queridos alumnos: permítanme decirles que yo no estaba examinando su conocimiento, sino su voluntad de apuntar a lo alto”.
Nuestra meta como seres humanos no sólo debe ser siempre apuntar a lo más alto posible en nuestros proyectos de vida, tales como profesión, estudios, negocios, etc, sino fijarnos también una meta en aquello que tiene aún más valor.
Filipenses 3:14
Prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.
Habacuc 3:19
”El Señor es mi fortaleza, El cual hace mis pies como de ciervas, Y en mis alturas me hace andar.”
Salmos 93:4
”Dios en las alturas es más poderoso que el estruendo de las muchas aguas, más que las recias olas del mar”.
Job 16:19
”Mas he aquí que en los cielos está mi testigo, Y mi testimonio en las alturas.”
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