Entonces, en secreto persuadieron a algunos hombres para que dijeran: Le hemos oído hablar palabras blasfemas contra Moisés y contra Dios. (Hechos 6:11)
Contra Moisés – Si lees el relato de Lucas de los trabajos de los apóstoles (comúnmente llamados Hechos), verás algo muy curioso. Una y otra vez los apóstoles aseguran su plena observancia de las enseñanzas de Moisés. Ellos no rompen la tradición con sus hermanos judíos.
Son seguidores devotos de la Tora. De hecho, son tan meticulosos en guardar las instrucciones de la Escritura, que hombres impíos han inducido a otros a conjurar mentiras sobre ellos para aplacar sus proclamaciones.
Esteban es un ejemplo perfecto. Sus enseñanzas sobre Yeshua, el Mesías, fueron tan poderosas, que quienes se oponían a él no ganaban un sólo argumento. La táctica de los que le atacaron fue mentir sobre las palabras de él.
¿Y por qué es tan curioso esto? Bien, implica que Esteban guardó la Tora. Si Esteban fuese uno de los creyentes “bajo la gracia” de hoy en día, no habrían tenido que mentir sobre su enseñanza.
Él hubiera abandonado la Tora claramente. Nadie lo dudaría. Habría dicho, como lo hacen muchos hoy, que ahora estamos bajo la gracia, que la Ley ha sido puesta a un lado y ya no es efectiva. Pero Esteban no hizo eso. Así que tuvieron que mentir sobre él para que pareciese que sí lo dijo.
¿No te parece extraño que Esteban, el primer mártir “cristiano”, fuese tan observante de las enseñanzas de Moisés, que no pudieron encontrar ninguna causa legítima con qué acusarle? Eso no es lo que enseña hoy la Iglesia, ¿no es así? Verás: existe tal confusión sobre la Ley y la Gracia, que ha sido parte de muchos círculos cristianos durante varios siglos. Pero no había confusión en el pensamiento de Esteban, ni en Pablo, Juan, Santiago, Pedro o el resto de ellos. Ningún apóstol habló contra Moisés (el griego aquí es blasphema eis Mosen, literalmente “blasfemia sobre Moisés”). Nadie pudo encontrar base para tal acusación. Aparentemente, los apóstoles no veían ninguna disparidad entre la ley y la gracia.
Pablo nos ayuda a ver por qué. La gracia siempre ha sido el medio de salvación. Abraham fue salvo por gracia. Nosotros también. La gracia no tiene nada que ver con ganar el favor de Dios; pero ser obediente a las instrucciones de Dios tiene todo que ver con ser útil a los propósitos de Dios. No existe conflicto entre la ley y la gracia porque nada tienen que ver entre ellas.
La obediencia trae utilidad, bendición y propósito. Eso no es lo que trae la gracia. La gracia conlleva la situación correcta ante el Padre. Solo Él ejecuta el proceso que nos declara justos. Pero somos llamados a la obediencia por gratitud, para que podamos serle de máxima utilidad a Él. Eso es lo que tiene ser un esclavo: útil. Y Dios nos ha dado el libro de la utilidad. Se llama "Tora".
Nota: si deseas aclarar la confusión sutil sobre la ley y la gracia, presente en esta pequeña traducción, verás que el griego no repite la palabra “contra.” Cataloga la blasfemia contra Moisés en la misma categoría que la blasfemia contra Dios. El griego dice, “blasfemo sobre Moisés y Dios.” Esto implica que cuando hablo contra lo que dijo Moisés, también hablo contra lo que dijo Dios.
Los hebreos decían lo mismo. Cualquier judío habría leído ese pasaje de esa manera. ¡Pero nos hemos graduado! Ahora hacemos distinción entre las enseñanzas de Moisés y las de Dios. ¿Me pregunto por qué? ¿Supones que los traductores deseaban que pensaras que existía alguna división entre estas dos?
¿Quieres vivir la vida maximizada? ¿Quieres serle enteramente útil a Él? Bien, Él te dice exactamente cómo hacerlo. ¿Estás escuchando?
No hay comentarios:
Publicar un comentario