Un anciano se sentaba día tras día en su mecedora. Siempre en su sillón, prometió no levantarse de allí hasta que viera a Dios. Una bonita tarde de primavera, el anciano, meciéndose, vio una pequeña niña que jugaba al otro lado de la calle.
La pelota de la niña rodó hasta el patio del anciano. Cuando ella corrió a recogerla, le miró y le dijo: “Señor anciano, todos los días le veo meciéndose en su sillón con la vista perdida. ¿Qué es lo que busca?
-¡Oh, mi querida niña!, le dijo el anciano, eres demasiado pequeña para comprender el por qué. La niña dijo,
-Tal vez, pero mi mamá siempre me dice que si tengo algo en la cabeza debo comentarlo.
-Muy bien, querida niña, yo busco a Dios.
La niña en su ingenuidad le respondió:
-“Señor anciano, Dios cada día le da una señal cuando respira; cuando huele las flores frescas, cuando escucha cantar a los pájaros; cuando nacen todos sus bebés. Señor anciano, Dios le da una señal cuando ríe y cuando llora, cuando siente las lágrimas rodar desde sus ojos. Es una señal en su corazón abrazar y amar. Dios le da una señal en el viento, en el arco iris y en el cambio de las estaciones. Todas las señales, están allí, ¿usted no cree en ellas? Dios está en usted y Dios está en mí. No es necesaria la búsqueda, porque Él esta aquí todo el tiempo. Mamá me dice: Si buscas algo monumental, has cerrado los ojos, porque ver a Dios es ver las cosas simples, ver a Dios es ver la vida en todas la cosas, porque Él es Dios de maravillas”.
Dios es Dios de maravillas, y no siempre sus maravillas son grandes. A veces son tan pequeñas sus maravillas que las ignoramos, porque estamos más preocupados por las maravillas grandes y le perdemos de vista a Él, quién nos muestra su amor en las pequeñas cosas de la vida.
Hoy quiero ver al Dios de las maravillas no sólo en las grandes, sino también en las pequeñas. Hoy quiero disfrutar de su amor a plenitud, lo cual es dulce y agradable a mi corazón.
Señor, a veces he ignorado las demostraciones de tu amor en las maravillas pequeñas. A veces he corrido buscando las maravillas grandes para poder encontrarte, pero hoy quiero entender con mi espíritu que, aún en lo pequeño, tu me muestras tu bondad y tu poder.
Hoy quiero levantar mi voz de alabanzas cada vez que me encuentre con una de tus pequeñas, pero significativas maravillas. Amén.
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