Ella sólo quería que alguien querido estuviera cerca, para que sostuviera su mano y orara con ella.
La madre de Helen permanecía a su lado desde temprano por la mañana hasta muy de noche; después regresaba a su hogar para descansar un rato y volvía a la mañana siguiente. Su padre viajaba a menudo por cuestiones de trabajo, pero se comunicaba con su esposa tan frecuentemente como le era posible.
La madre de Helen permanecía a su lado desde temprano por la mañana hasta muy de noche; después regresaba a su hogar para descansar un rato y volvía a la mañana siguiente. Su padre viajaba a menudo por cuestiones de trabajo, pero se comunicaba con su esposa tan frecuentemente como le era posible.
Todas las enfermeras de la unidad nos dábamos cuenta de que Helen estaba muy cerca de la muerte, lo que también sabía ella y su familia. Comenzó a sufrir ataques y a perder el conocimiento a ratos.
Cuando una noche me marchaba del hospital, como a las 11 de la noche, noté que la madre de Helen se dirigía también al estacionamiento. Nuestra conversación fue interrumpida por el altavoz del hospital.
Llamada externa para Helen Packer. ¡Por favor llame a la operadora!
La señora Packer reaccionó inmediatamente, alarmada.
Todo el mundo sabe lo mal que está, dijo preocupada. Voy a regresar a su cuarto a ver quién la llama.
Diciendo esto, me dejó y regresó con Helen. La operadora informó que la persona que llamaba colgó pero había dejado un mensaje:
Dígale a Helen que el encargado de recogerla hoy llegará tarde, pero vendrá.
Dígale a Helen que el encargado de recogerla hoy llegará tarde, pero vendrá.
Desconcertada, la señora Packer permaneció junto a la cama de Helen esperando al visitante misterioso.
Helen murió a la 1:13 a.m., con su madre junto a ella sosteniéndole la mano y orando.
Helen murió a la 1:13 a.m., con su madre junto a ella sosteniéndole la mano y orando.
Cuando se le preguntó al día siguiente, la operadora no pudo recordar ni siquiera el sexo de la persona que llamó. No se encontró a ninguna otra Helen Packer, ni empleada, ni paciente ni visitante. Para los que nos preocupábamos, cuidábamos y orábamos por Helen, sólo había una respuesta.
… Yo nunca te abandonaré ni te desampararé. Hebreos. 13:5
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