jueves, 14 de marzo de 2013

Porque no soy yo, es Cristo que vive en mí - Devocional - Vídeo

“He sido crucificado con Cristo, y ya no vivo yo sino que Cristo vive en mí. Lo que ahora vivo en el cuerpo, lo vivo por la fe en el Hijo de Dios, quien me amó y dio su vida por mí.”
Gálatas 2:20
Nueva Versión Internacional (NVI)
En mi libro, Hoy conocí a Jesucristo, comienzo describiendo cómo en el encuentro personal que tuve con Jesús, por medio del Espíritu Santo, mientras visitaba una paciente de cáncer que estaba en sus últimas horas de vida, me sentí invadida por una fuerza poderosa y desconocida por mí; me sentí inmersa en un océano de amor y de perdón envolviéndome a mí, a la enferma, a la que estaba visitando, y al universo entero.
De eso hace 17 años y, a pesar de saber que Dios es amor, creo que aún estoy en pañales para lograr comprender la magnitud y la profundidad del amor de Dios hacia nosotros y de Cristo por nosotros; para comprender la verdad y el poderoso significado de la muerte de Jesús y del misterio del bautizo en agua y en espíritu, que nos asemeja a la muerte de Jesús y nos permite vivir a través de Él y aceptar que hemos muerto al pecado, que cada día nuestro hombre exterior se debilita más y el hombre interior, que es el espíritu, se fortalece.
Si pudiéramos vivir por fe, como nos lo pide nuestro Señor, y si se pudiera vivir cada día con esta convicción, estoy segura de que Dios se agradaría más de cada uno de nosotros y tendría misericordia de pueblos y naciones enteras, de miles y millones de vidas que aún tienen una venda sobre sus ojos y creen que los milagros vienen de personas, de seres humanos, y no se dan cuenta que las personas somos sólo canales de bendición, medios por medio de los cuales Dios está obrando.
Dios está llamando, alertando, buscando y queriendo alcanzar a sus hijos perdidos y usa cualquier medio para lograr llamar nuestra atención; hace milagros, cura enfermedades, salva vidas, restaura matrimonios y mucho más que no podemos ni siquiera imaginar, incluso usa a las personas y creencias que la gente tiene, aunque estén equivocadas, con la esperanza de quitarnos la venda de nuestros ojos y que podamos ver, que no son las personas las que hacen milagros, sino Jesús. Es Él, en su inmenso amor y misericordia, quien está detrás, tratando de que podamos descubrirlo. 
Quiero mencionar un ejemplo para ilustrar de lo estoy hablando: en días pasados, con la noticia mundial de la renuncia del Papa, máximo líder de la Iglesia Católica, hubo opiniones de muchas personalidades en el mundo entero, y me llamó la atención que hubo un joven quien aseguró que había sido sanado por él, y  lo mismo ha sucedido con la Madre Teresa de Calcula y otros sacerdotes y monjas, a quienes se les ha otorgado el título póstumo de “santos” pues se les atribuyen milagros, sanaciones y otras obras.
No pretendo ahora desvirtuar, negar o afirmar la veracidad de estos actos, pero sí creo que es un engaño del enemigo, que juega con las mentes de las personas, para hacerles creer lo que no es, y mi sincero anhelo es prevenir que caigamos en creencias populares que nos puedan hacer tambalear en nuestra fe y, simplemente, que nos ayuden a comprender y hacer comprender a otros, cuál es la verdad y realidad de las cosas.
Jesús es el Camino, La Verdad y La Vida y es el único mediador entre Dios y los hombres; y no es una Iglesia o una religión lo que nos salva, es una persona, hombre y Dios que nos amó primero y que murió por nosotros.
Podemos cambiar de Iglesia, escoger otros pastores y aún cambiar de religión, pero no creo que podamos cambiar a Jesús. Él es único, irrepetible, diferente y podemos compararlo con quien queramos; ninguno le daría la talla; después de mi encuentro personal con Jesús, quise investigar todo acerca de Él y descubrí que ninguno otro, absolutamente nadie en la historia de la humanidad, ni maestros orientales, El Buda o cualquier otro, ni antes ni después de Jesús, nadie es comparable a nuestro Dios, sus proezas, su unigénito Hijo, Jesucristo, y su obra grandiosa de salvación a nivel mundial.
Así que hoy es un día de celebración, de gozo, de confirmación; estamos en el equipo de los ganadores, en el bando correcto, y en el lado bueno; Jesús nos ama y nos hizo libres de toda maldición, de cadenas, de esclavitud, de pecado y de las consecuencias del pecado; vivamos pues crucificados juntos con Cristo y permitamos que sea Jesús quien viva en nosotros y que el mundo que nos rodea pueda verlo a través nuestro.
No tengamos temor de amar, de perdonar, no nos avergoncemos de vivir gozosos y de tener paz en medio de la tormenta; pase lo que pase, hagamos que cada día valga la pena y que Jesús haga la diferencia; seamos canales de bendición para que Cristo viva a través nuestro.

El Espíritu Santo tiene el control.

Vivamos por fe. Pero fe en Cristo.

Hefzi-ba Palomino

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