jueves, 21 de marzo de 2013

El único capaz - Devocional, reflexión

Sentirse sucio por cometer frecuentemente el mismo pecado, o sentirse incapaz de desprenderte de eso que tanto mal te está haciendo, son unas de las sensaciones con las cuales muchas veces nos enfrentamos.
Tal parece que por más que queramos dejar algo, cambiar algo u olvidarnos de algo, simplemente no podemos, somos incapaces de lograrlo.
Intentar una y otra vez vencer ese aspecto de tu vida con el que diariamente luchas y no ver resultados, te hace sentir derrotado, y sobre todo incapaz de lograrlo.
Sabemos qué se siente al fallar muchas veces en el intento de superar una área, sabemos la sensación que queda en nuestra vida, cuando nos damos cuenta de que somos incapaces de lograrlo. Hemos experimentado la sensación de derrota y en muchas ocasiones hasta de no intentarlo más y rendirnos.
Sin embargo, a veces rendirte es la clave; sí, rendirte a todo el esfuerzo humano que tú estás haciendo, para superar eso que tanto trabajo te cuesta y que hasta hoy no lo habías podido lograr.
Cuando nosotros nos rendimos a nuestros propios intentos de cambiar y le cedemos el lugar a Dios, y depositamos nuestra confianza en que Él, y solo Él, es el único que puede sacarnos de ese lodo en el que muchas veces nos encontramos, es cuando realmente comienza la victoria que todos buscamos.
El salmista David reconoció, que el ÚNICO CAPAZ de sacarle de una situación difícil era Dios, que no había intento humano más poderoso que lo que Dios es capaz de hacer en nosotros, cuando en Él esperamos y depositamos nuestra confianza en Él.
“Con paciencia esperé que el SEÑOR me ayudara, y él se fijo en mí y oyó mi clamor. Me sacó del foso de desesperación, del lodo y del fango. Puso mis pies sobre suelo firme y a medida que yo caminaba, me estabilizó. Me dio un canto nuevo para entonar, un himno de alabanza a nuestro Dios. Muchos verán lo que él hizo y quedarán asombrados; pondrán su confianza en el SEÑOR”.
Salmos 40:1-3 (Nueva Traducción Viviente)
Quizá en este momento te sientas cansado de luchar contra esa área, que hasta este día te ha sido difícil de superar; quizá has llegado a pensar que no eres digno de ser hijo de Dios; en muchas ocasiones, la vergüenza que has sentido delante de Dios es tan grande, que has sido incapaz de orar o buscarle, porque piensas que Dios está cansado de ti.
Sin embargo, anímate a buscarle y a hacerlo con un corazón sincero, anímate a reconocer delante de Él tu necesidad de que obre en tu vida, anímate a que, con las palabras más sencillas y sinceras, puedas expresarle lo que necesitas que Él haga; seguro que Dios escuchara tú clamor y comenzará a actuar en tu vida.
Sólo deja que esta vez sea Dios quien actué, deposita tu confianza en Él, tu voluntad, tu deseo, tus fuerzas, y todo aquello contra lo que has luchado hasta este día y no has podido vencer, y seguro que ahora sí; dile a Dios que le entregas todo y que esperarás y confiarás en que Él obrará en tu vida de una forma maravillosa.
Allí donde estás di esta oración:
“Padre Santo, en esta hora vengo delante de ti, en primer lugar, reconociendo tu grandeza y tu poder, dándote gloria por todo lo que haces y permites, estoy seguro que Tú eres Soberano y que tienes todo bajo control; en esta hora reconozco que he estado luchando con mis propias fuerzas, con mis capacidades humanas y me he olvidado de depender de ti. Hoy quiero comenzar de nuevo, quiero rendir mis capacidades y mis fuerzas a ti, para que Tú las uses de la forma que quieras y me ayudes a vencer esas áreas de mi vida que Tú sabes bien que necesito mejorar. Ayúdame Dios mío, te necesito, reconozco que mi vida depende de ti, reconozco que Tú eres el ÚNICO CAPAZ  de ayudarme a salir de esta situación; hoy quiero comenzar a esperar en ti, a confiar plenamente en lo que Tú vas a hacer, aumenta mi fe, hazme dependiente de ti, quiero vivir para ti y confiar sólo en ti Señor. A partir de este día dame las fuerzas para vencer cualquier área de mi vida, dame la voluntad, la decisión, el deseo, el dominio propio para vencer en tu Nombre cualquier cosa que se me presente; quiero depender de ti, quiero rendirme a ti, pero sobre todo, quiero depositar mi confianza total en que Tú me ayudarás, ¡Ayúdame Señor! ¡Haz de mi el siervo o sierva que Tú siempre has querido! ¡Hoy me rindo a ti!, en el nombre Poderoso de Jesús, Amén.”

¡DIOS ES CAPAZ, SÓLO RÍNDETE Y CONFÍA EN ÉL!

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