Yo estoy a tu puerta, y llamo; si oyes mi voz y me abres, entraré en tu casa y cenaré contigo. Apocalipsis 3:20 Versión Traducción Lenguaje Actual.
Había un hombre, muy curioso e inteligente, que se había propuesto encontrar a Dios. Compraba todos los libros que hablaran acerca de la existencia de Dios, los más caros, los más populares, los más científicos etc. En eso, leyó un pasaje de la Biblia que dejó huella en su corazón; decía: “la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento”.
Su curiosidad aumentó, ¿cómo será esa paz de la que habla este libro?, se preguntaba. Y ¿cómo se explica esa paz en un mundo donde hay tantas guerras, enfermedades y problemas?; el hombre estudiaba día y noche buscando conocer esa paz, comenzó a viajar y a vivir en diferentes partes del mundo, al objeto de encontrar pruebas que le permitieran comprobar la existencia de Dios, pero por más pruebas que encontraba y por más sitios que visitaba, no encontraba nada que le permitiera conocer o ver a Dios como deseaba.
El hombre le respondió “Mi Señor, antes sólo había escuchado hablar sobre ti, y sabia sólo lo que leía en los libros, pero ahora, al escucharte en mi corazón, puedo decir que realmente te he visto”.
La mayoría de las veces, en medio de los problemas, las personas dicen que necesitan encontrar de esa tranquilidad que ofrece Dios; entonces se encargan de realizar una especie de búsqueda, con el propósito de hallar esa paz que sobrepasa todo entendimiento, pero lo que muchos ignoran, es que no somos nosotros quienes buscamos de Dios, sino que es Él quien constantemente nos busca y nos llama, pues no fue Él quien se alejó de nosotros, sino que fuimos nosotros lo que nos alejamos de Él. Por eso escucha la llamada de Dios, que está a la puerta de tu corazón y te dice:
“Hijo mío, ven, regresa a mí”.
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