jueves, 21 de febrero de 2013

En busca de la Iglesia Perfecta - Devocional

Juan Carlos es un hombre muy singular, tiene un temperamento muy fuerte, no le gustan mucho las bromas, tiende a ser muy serio, sobre todo muy detallista, pero su mayor problema es que lanza juicios demasiados anticipados antes de estar seguro de lo que va a decir, aunque si le preguntan a él, siempre tiene razón.
Juan Carlos hace diez años que es cristiano. Desde el principio ha estado aproximadamente en diez iglesias diferentes, y es que “el pobre” Juan Carlos no termina de encontrar una Iglesia que llene todos los requisitos que él necesita; se podría decir que su promedio de estancia en cada Iglesia es de un año, por lo que, sin lugar a dudas, Juan Carlos “conoce mucho” sobre doctrinas, normas, requisitos, etc, que en las Iglesias de su Ciudad manejan, pero hay algo que Juan Carlos no conoce, o por lo menos no quiere reconocer, y es que NO HAY IGLESIA PERFECTA, que la IGLESIA somos nosotros.
En los últimos diez años, Juan Carlos se ha ido de diferentes congregaciones poniendo las típicas excusas: “es que en esa iglesia no hay amor”, “es que el pastor de esa Iglesia quiere mandar a todos”, “es que no me quisieron dar ciertos privilegios”, “es que me querían obligar a diezmar”, “es que no se hacen los diezmos y ofrendas”, “es que hay mucho desorden administrativo”, “todos los de esa Iglesia son hipócritas”, “es que no oran mucho en esa Iglesia, y a mí me gusta orar bastante”, “no me gusta como se predica”, “no me gustan las alabanzas que tocan y cantan”, “no me gusta el ambiente”, “ya no me siento bien”, “siento que Dios me está llamando a otro lugar”, “mi ciclo terminó en este lugar”, etc. Para excusas Juan Carlos es el número uno.
Juan Carlos es muy soberbio, y por eso cuando alguien se le quiere acercar para hacerle ver su error, rápidamente expone una que otra excusa para quedar bien y reflejar que está en lo correcto, cuando en realidad, dejando aparte los errores que las iglesias pueden cometer, el mayor error o problema está en el mismo Juan Carlos.
Hay muchos “Juan Carlos” por todas partes del mundo, personas que buscan la PERFECCIÓN TOTAL en las iglesias y, al no encontrarlas, se sienten defraudados y prefieren quedarse en sus casas o, como Juan Carlos, visitar todas las Iglesias en busca de la perfecta.
A fuerza de ser sinceros, iglesias perfectas no hay, todas tienen algo que las delata, pero todas son muy buenas para llevar a las personas a los pies de Cristo. Ese es el fin de cada iglesia, llevar a las personas a un encuentro personal con Dios.
Siempre habrá algo que no nos guste, pero cuando nosotros tenemos los ojos puestos en Jesús no importa lo que no nos guste, porque nosotros lo que queremos es agradar a Dios y la iglesia es una oportunidad para agradecerle al Señor todo lo que ha hecho por nosotros, sirviéndole, llevando a otros a Cristo, predicando por medio de la invitación.
Recordemos que Cristo no vendrá por “una iglesia con un nombre o una denominación especial”. Él viene por SU IGLESIA, es decir, NOSOTROS. Por aquellos que decidieron aceptarle y reconocerle como Señor y Salvador.
Dios mismo está de acuerdo en que haya diferentes Iglesias, pero con un mismo fin, con un común denominador: Buscarle, Reconocerle, Adorarle y Servirle; por eso dice la Biblia: “Todo el que tenga oídos para oír debe escuchar al Espíritu y entender lo que él dice a las iglesias. A todos los que salgan vencedores, les daré del fruto del árbol de la vida, que está en el paraíso de Dios.” Apocalipsis 2:7 (Nueva Traducción Viviente).
No busques perfección en las Iglesias, pues las Iglesias están llenas de gente imperfecta, pero con un deseo muy grande de buscar la perfección en Dios, que se logrará el día que Jesús regrese por nosotros; por eso dice la Biblia: “Dios empezó el buen trabajo en ustedes, y estoy seguro de que lo irá perfeccionando hasta el día en que Jesucristo vuelva.” Filipenses 1:6 (Traducción en lenguaje actual).
Seamos humildes y veámonos unos a otros como gente imperfecta, buscando y sirviendo a un Dios perfecto, entonces todo nuestro panorama cambiará, y en vez de buscar la perfección en una iglesia, vamos a buscar al Dios Perfecto de quien nunca encontraremos error alguno.
Ya no sigas buscando más la perfección aquí en la Tierra, porque pasarás muchos años cambiando y cambiando de lugar, y eso lo único que provocara en ti es la desconfianza, evitará que crezcas espiritualmente y sobre todo serás inconstante siempre. Es hora de asentar raíces en un lugar y dar todo de ti para servirle a Dios y agradecerle todo lo que Él ya ha hecho por nosotros.

¡Quizá seamos imperfectos, pero Dios ha prometido perfeccionar la obra en nosotros!

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