jueves, 21 de febrero de 2013

El Inventor de la Vida - La Naranja - Reflexiones

El Inventor de la Vida
Si hablamos de química, convirtió el agua en vino.
En el campo de la biología, nació, pero su concepción no fue normal.
Si hablamos de física, desafió la ley de la gravedad cuando ascendió al cielo.
En economía, no hizo caso de la ley de la proporción y la disminución y alimentó a cinco mil hombres, con tan sólo dos pescados y cinco panes.
En el campo de la medicina, sanó a enfermos, cojos, leprosos y ciegos sin administrar una sola dosis de medicamentos.
En cuanto a la historia, es el principio y el fin.
En asuntos de gobierno, es el Príncipe de la Paz, Señor de Señores y Rey de Reyes.
En cuestiones de religión dijo, nadie viene al Padre si no es por mí.
Así que… ¿De quién hablamos? ¿Quién es este? Él es Jesús.
Mantente en Él y busca siempre su compañía.
En Dios lo tenemos todo.
El hombre más grande de la Historia, Jesús, no tuvo ningún sirviente y aún así, le llaman Amo y Señor.
No tiene ningún título y sin embargo es el Maestro.
No estudió medicina, pero es nuestro Sanador.
No ganó ninguna batalla militar y aún así ha conquistado el mundo.
No cometió ningún delito y le condenaron a muerte.
Le enterraron en una tumba y sin embargo, resucitó y sigue viviendo entre nosotros.
“Me siento honrado al conocer y poder servir a Jesús, además, y por encima de todo lo que hizo, hace y hará, me ama incondicionalmente.

La Naranja

Un ateo daba una conferencia ante un gran auditorio, defendiendo la inexistencia de Dios.
Dios
Después de haber finalizado su discurso, desafió a cualquiera que tuviese preguntas a que subiera a la plataforma.
Un hombre que había sido bien conocido en la localidad por su adicción a las bebidas alcohólicas, pero que había encontrado recientemente liberación y esperanza en Dios, aceptó la invitación y sacando una naranja del bolsillo comenzó a pelarla lentamente.
El conferenciante le pidió que hiciera la pregunta. El hombre, continuó imperturbable, pelando la naranja en silencio, al término de lo cual, se la comió.
Se dirigió al conferenciante y le preguntó: "¿Estaba dulce o agria?"
"No me pregunte tonterías", respondió el orador con señales evidentes de enojo; "¿cómo puedo saber el gusto si no la he probado?"
Y aquel hombre regenerado por el amor de Dios le respondió:
"Y ¿cómo puede usted saber algo de Dios, si nunca lo ha probado?"

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