martes, 26 de febrero de 2013

El Violinista - Talentos - Vídeo

Esta historia es sobre un hombre que reflejaba en su forma de vestir la derrota, y en su forma de actuar la mediocridad total. 

Ocurrió en París, en una calle céntrica aunque secundaria. Este hombre, sucio, maloliente, tocaba un viejo violín; sobre el suelo estaba su boina, depositada ahí con la esperanza de recaudar algunas monedas para llevar a casa.

El pobre hombre trataba de sacar una melodía, pero era del todo imposible identificarla debido a lo desafinado del instrumento, y a la forma displicente y aburrida con que tocaba ese violín.

Un famoso concertista, que junto con su esposa y unos amigos salia de un teatro cercano, pasó frente al mendigo musical.

Todos arrugaron la cara al oír aquellos sonidos tan disonantes. Y no pudieron por menos que reír de buena gana.

La esposa le pidió al concertista que tocara algo. Pero su marido echó una mirada a las pocas monedas que había en el interior de la boina del mendigo, y decidió hacer algo.

Le solicito el violín, afinó sus cuerdas, y con gran maestría arrancó una melodía fascinante del viejo instrumento. Los amigos comenzaron a aplaudir y los transeúntes comenzaron a arremolinarse para ver el improvisado espectáculo.

Al escuchar la música, la gente de la cercana calle principal acudió también y pronto había una pequeña multitud escuchando el extraño concierto.

La boina se llenó no solamente de monedas, sino de muchos billetes de todas las cuantías. Mientras, el maestro sacaba una melodía tras otra con mucha alegría.

El mendigo musical estaba aún más feliz al ver lo que ocurría y no cesaba de dar saltos de contento y repetir, orgulloso, a todos: "¡¡Ese es mi violín!! ¡¡Ese es mi violín!!".

La vida nos da a todos "un violín". Son nuestros conocimientos, nuestras habilidades y nuestras aptitudes. Y tenemos libertad absoluta para
 tocar "ese violín" como nos plazca.


Algunos, por pereza, ni siquiera afinan ese violín. No perciben que hay que prepararse, aprender, desarrollar habilidades y mejorar constantemente aptitudes si tenemos que ejecutar un buen concierto.

Desgraciadamente, muchos no permiten dejarse afinar por el Señor, no quieren saber de Él, se conforman con sonar desafinados. Pretenden una boina llena, pero entregan una discordante melodía que no gusta a nadie

Tenemos que aprender, tarde o temprano, que los mejores lugares son para aquellos que no solamente afinan bien ese violín, sino que también aprenden con el tiempo a tocarlo con maestría.
Nosotros, como cristianos e instrumentos de Dios, debemos llevar el compás y los tiempos en la melodía que Dios anhela que toquemos. Él anhela que cada instrumento suyo esté afinado de la mejor forma y que se sepan llevar los tiempos de la música que espera escuchar.
El odio y el rencor no dejan entonar la nota del amor.
El egoísmo y la avaricia no permiten que las notas de la ayuda y misericordia suenen a plenitud. 
La nota de la enemistad opaca a la de la amistad
La nota de la humildad es desafinada por la de la murmuración y la altanería. 
Muchas cosas desafinan en nuestra vida, notas que muchas veces creemos que no son importantes, pero que sin duda están desafinando la melodía de nuestra vida hacia a Dios.

¿Cuán afinados estamos?, ¿Por qué permitir que las notas malas arruinen nuestra melodía?  Es momento de llegar delante del Director Musical de nuestra vida y pedirle que cambie las cuerdas que tenga que cambiar, que apriete las cuerdas que tenga que apretar, porque realmente anhelamos entonar la mejor melodía, que vaya dirigida especialmente hacia Él.


http://www.pixelydixel.com/2011/05/el-bolero-de-ravel-en-la-estacion-central-de-copenhague-flashmob.html


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