martes, 26 de febrero de 2013

¿Dónde escondiste tus talentos? - Devocional

Las dispares y frecuentes situaciones difíciles de la vida, llevan a olvidar lo que se tiene; al darle importancia a lo que nos falta, no nos percatamos de que cada una de las cosas que tenemos por talentos tienen un valor especial, ya sea porque fue algo que nos costó trabajo y tiempo conseguir o simplemente porque tuvimos que pasar por muchas cosas antes de llegar a ellas.
Pero sucede que, con el tiempo, aquello que un día disfrutamos hacer, simplemente parece que se nos olvidó, que le perdimos el gusto, que decidimos dejarlo de lado, olvidarlo y ponerlo en el cajón de los objetos de menos valor.Tenemos muchos argumentos, que en realidad a veces sólo son pretextos, que nos hacen olvidar la verdadera razón por la que esos talentos llegaron a nuestras manos.
Un talento es una semilla que Dios deposita en ti con el fin de que la cuides y se desarrolle, deseando que la hagas crecer y produzca algo; Dios siempre está esperando algo de nosotros. Dejando a un lado tus condiciones sociales, personales, físicas o económicas, Él vio un potencial en tu vida que le hizo interesarse en invertir en ti, pero en ocasiones, como que parece que a ti no te interesan; para ti no tienen mucha importancia, y has terminado por enterrar tus talentos debajo de las montañas de problemas y preocupaciones.
Tú tienes al menos un talento que te fue dado no por tu vida, no por tus méritos, sino por regalo de Dios. Tal vez las cosas que has vivido han hecho que olvides que posees cualidades muy importantes, tal vez las personas que te criticaron te hicieron dudar de tus capacidades, y corriste a esconder tus talentos tan profundamente como pudiste, pero lo que no puedes esconder ni ocultar es que Dios te los dio con un propósito, y si fue Él quien te los dio, a Él es a quien tienes que rendirle cuentas; es a Él a quien te debes y no a los comentarios ni a las circunstancias.
La parábola de los talentos habla de un siervo que por temor escondió lo que le fue dado” Señor, te conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste, por lo cual tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; aquí tienes lo que es tuyo.” Mateo 25:25. Lo poco que tenía lo enterró por miedo, por inseguro, por las circunstancias que le rodearon en ese momento etc. ¿Te parece conocido? No permitas que suceda lo mismo contigo, Dios ha confiado en ti, Él quiere quitar tus temores y desenterrar los talentos que estás perdiendo.
Dios ve como fiel a la persona que, a pesar de lo que suceda, se mantiene siempre firme, que a pesar de sentir miedo no se rinde, sino que lucha por cumplir con su compromiso; según el diccionario, fiel es “quien cumple la promesa a pesar de los cambios en las ideas, las convicciones y los sentimientos, que pudiera provocar el tiempo". El buen siervo fiel del que habla la Biblia, fue quien cuidó sus talentos y los hizo multiplicar, no dice que no sintiera miedo, ni que en el tiempo que le fueron encomendados no tuviera ningún problema, sino que no perdió el objetivo: Desarrollarlos y multiplicarlos.
Independientemente de tu situación en este momento, de si tienes temores, dudas o te duele alguna crítica sobre lo que haces para Dios, debes tener en cuenta que “Tus talentos se los debes a Dios y a nadie más”, que tus capacidades y tus aptitudes ya las valoró Él, por algo depositó en ti ese talento y su confianza. Él espera más de ti porque sabe que tienes mucho que darle y si te dio talentos, también te dio capacidades para cuidarlos".
¿Recuerdas donde escondiste tus talentos? ¿Debajo del temor?, ¿detrás de las dudas?, ¿encima de la montaña de problemas? Es momento de que los busques antes de que tu Señor te pregunte qué hiciste con ellos, no tenemos pretextos que valgan, porque Él nos ha dado todo para vencer lo que se nos presente; desempolva tus manos para crear, usa tu voz para cantar, tus labios para hablar, tu conocimiento para enseñar, tu amor para compartir.

Luchemos para que el día que nuestro Señor nos llame, podamos escuchar de Él esas palabras que resuenen en nuestros oídos: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu Señor.

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