viernes, 25 de enero de 2013

El regalo de Abigail - Homenaje - vídeo

Conocí a esta niña, Abigail, cuando tenía 3 años, a punto de cumplir 4, y apenas levantaba unos pocos palmos del suelo. Hoy día, con 8 años, está ya más crecida y con más conocimiento, aunque aún es una niña, pero lo más singular e importante de ella es el sentimiento del amor al prójimo. Bendita la educación que le ha sido transmitida a través de sus padres y recibida de Dios.
Como se recoge en la Biblia: si dais Amor, recibiréis más Amor, así que amad a la vida sin cesar. Todo lo que deis de corazón lo recibiréis multiplicado.
Y aparte de ella, dar y recibir, ahí está el flujo como el de una fuente; la fuente del Amor eterno que nunca se acaba.
El caso es que Abigail tiene muy claro este concepto gracias a la educación en el Amor que recibe.
Escribo esto, que me parece verdaderamente importante, por su trascendencia y porque así deberíamos obrar todos, hoy 24 de enero, después de haber asistido ayer 23, como todos los miércoles, al culto de oración que hacemos en nuestra congregación gracias a la misericordia de Dios. Cuando veáis esta publicación será el día 25, pero me ha parecido lo suficientemente trascendente el suceso, ocurrido ayer, como para contároslo.
Tengo asumida, como norma de actuar, llevar todos los domingos, y este próximo no va a ser una excepción, unos chicles o caramelos para los niños de nuestra congregación. A mí no me cuesta gran cosa hacerlo, y además recibo de Dios el inmenso regalo de sentirme verdaderamente dichoso por ello. Lo hago desde hace ya unos cuantos meses, y ayer, Abigail, la hijita de Lucas (nuestro pastor) y Diana, tuvo un gran detalle conmigo, al sentir que debía corresponder hacia mí de alguna forma. 
Llevaba varios días diciendo a su padre que sentía que debía entregarme algún pequeño obsequio para demostrarme que ella también sentía amor por mí. "Es que Manolo siempre nos trae algunas chucherías y ya es hora de que nosotros también le demos algo", decía. Cuando ella llegó a nuestra congregación, corriendo hacia mí, lo cuento y lo estoy viviendo, se me ponen los pelos de punta al escribir, me hizo entrega de un pequeño obsequio que en sus pequeñas manitas traía. Estaba envuelto burdamente, aunque no se puede pretender que una niña de 8 años lo haga bien. Eso era lo de menos. Lo verdaderamente importante es la emoción que ella sentía en ese momento, al entregármelo, y la que yo también sentí al recibirlo y abrirlo. Lógica y materialmente, no era gran cosa el regalo, pues era de ella, era un llavero; sin embargo, espiritualmente significó muchísimo para mí. Lo que me resultó trascendental en su concepto fue la correspondencia de amor que recibí. Y la lección de Dios que ella me transmitió.
No pude por más que agradecérselo emocionado, y contarle una historia de amor, la que, precisamente, ayer 23 publiqué en este espacio, que hablaba del niño que vendía periódicos en Chicago y de Juan 3.16.
Pero es que ahí no queda la cosa: resulta que el día 5 de diciembre de 2012, miércoles, en el culto de oración, Abigail, sin decirle nadie nada, por su propia iniciativa, le dijo a su madre que deberían hacer una oración al Señor, y pedirle por mí, porque había estado “pochito”. Porque yo había estado enfermo unos días debido a una infección urinaria de la que ya estaba recuperado. Ese detalle, como le dije a ella el domingo 16 de diciembre, cuando presenté el culto, no se me olvidará nunca. Y también le dije que cuando Dios me pregunte si alguien hizo algo bonito por mí, le diré que sí, que una niña de 8 años, a la que quiero mucho, pidió un día una oración por mí. Tengo casi 60 años y es, quizá, lo más hermoso que hicieron por mí hasta ahora. Sólo añadir, también le dije, que tus padres se deben sentir muy orgullosos por cómo eres y deben estar sumamente agradecidos al Señor por haber bendecido sus vidas al tenerte. 
Este es el tema que os quiero transmitir a todos, hermanos: "Amarás a Dios sobre todas las cosas, con todas tus fuerzas, con toda tu alma, y al prójimo como a ti mismo".
M.G.L.
                                                     ABIGAIL


                                                                                            




                                                                                                                M.G.L.

 Sólo el eco - Jesús Adrián Romero
Sólo queda el eco 
sólo quedan sombras, nada más 
de lo que fue 
de lo que vi 

sólo queda el aire 
sólo los recuerdos, nada más 
y el sentimiento que volverás 

pero no me alcanza 
no me sacia no 
no me conformo 
nada más con añorar 

coro: 

vuelve a mí
vuelve a mi casa, a mi jardín 
vuelve a llenar mi corazón 
con tu fragancia con tu amor 

vuelve a gritar en mi interior 
rompe el silencio con tu voz 
y no te apartes 
mi Señor 

sólo quedan huellas 
sólo aquel perfume nada más 
de lo que fue, de lo que vi 

sólo quedan sueños 
sólo aquel murmullo, nada más 
y el sentimiento que volverás 

pero no me alcanza 
no me sacia no 
no me conformo 
nada más con añorar 

(coro) 

no me alcanza el aire 
no me sacia el eco nada más 
a mi jardín, vuelve a mí

No hay comentarios:

Publicar un comentario