Al sentir una sed desesperante, bebía agua salada, y por la sal contenida en la misma, lejos de saciarse, cada vez sentía más sed; así introducía sal y arena a su cuerpo que le deshidrataban más y más.
Muchas veces, cuando sentimos sed de amor, cariño, comprensión, verdad o atención, la buscamos en cosas que, lejos de saciarnos, nos dejan peor que antes. Así, el solitario se refugia en otro más solitario; el falto de amor lo busca en los placeres y en la vida desenfrenada; el incomprendido se refugia en vicios y el mal carácter para llamar la atención.
Ya es hora de que dejes de llenar tu cuerpo de agua salada. Jesús dijo: “mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna”. Juan 4:14 .
Así que no busques más saciar tu sed, cualquiera que sea, en las cosas de este mundo. El único que puede saciarte es tu amigo y creador Jesús. Haz la prueba, no cuesta nada, ¡y lo ganas todo!
Juan 6:35
Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás.
Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás.
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