Un día la mujer le preguntó al doctor:
—Doctor, ¿cuánto tiempo más puedo vivir si permanezco en el hospital?
—Más o menos cuatro meses —fue la respuesta.
—¿Y cuánto viviré si me voy a mi casa?
—No más de dos meses.
—Entonces, me voy a mi casa —dijo la mujer.
—Pero, usted perderá la mitad de la vida que le queda —añadió el doctor.
Una luz de gozo iluminó el rostro de aquella mujer y dijo con gran animación:
—¿Cree usted que no tendré gusto al dar la mitad de mi vida, para decir a mis parientes y amigos la historia del amor de Cristo?

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La mejor decisión de nuestra vida, es invertir cada minuto de ella en alcanzar a quien aún no ha probado el dulce amor de Jesús. ¿Cuándo fue la última vez que le habló a alguien de el Señor? ¿No cree que hoy es un buen día para hacerlo?
Lo que me has oído decir en presencia de muchos testigos, encomiéndalo a creyentes dignos de confianza, que a su vez estén capacitados para enseñar a otros. II Timoteo 2:2
Cuando os dimos a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo, no seguimos fábulas ingeniosamente inventadas, sino que fuimos testigos oculares de su majestad. II Pedro 1:16
Nosotros somos testigos de estos acontecimientos, y también lo es el Espíritu Santo que Dios ha dado a quienes le obedecen. Hechos 5:32
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