Rendirnos a Dios es el hecho de reconocer que nosotros solos no podemos, que ya lo intentamos muchas veces y que no lo logramos, que es momento de dejar de intentarlo más y permitir que sea Dios quien nos impulse y nos dé la capacidad para hacer su voluntad perfecta.
Ahora bien, para RENDIRNOS A DIOS tenemos que comenzar por reconstruir nuestra relación personal con Él. La Biblia dice: “Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Meditad sobre vuestros caminos. Subid al monte, y traed madera, y reedificad la casa; y pondré en ella mi voluntad, y seré glorificado, ha dicho Jehová.” Hageo 1:7-8 (Reina-Valera 1960). Es necesario reedificar nuestra relación con Dios, porque una de las razones por las que sentimos que no podemos cambiar o dejar eso, es porque nuestra relación con Dios está distante u olvidada; ese es el momento de reedificar.
También debemos reconocer que muchos de nosotros hemos olvidado las sendas antiguas, aquellos caminos por los que transitábamos seguros porque estábamos haciendo la voluntad de Dios, pero que con el transcurrir del tiempo fuimos olvidando y yéndonos hacia otros lugares, alejándonos del buen camino. La Biblia dice: “Así dijo Jehová: Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad por las sendas antiguas, cuál sea el buen camino, y andad por él, y hallaréis descanso para vuestra alma. Mas dijeron: No andaremos.” Jeremías 6:16 (Reina-Valera 1960).
Si nosotros reedificamos nuestra relación personal con Dios y volvemos al buen camino para andar en él, debemos estar seguros que todo se nos hará más fácil, y es que con Dios todo es más fácil.
Posiblemente los últimos días te has sentido triste, sin ánimos, desconsolado, con pensamientos de mucha tristeza. Quizá has examinado tu vida y la has comparado con la de otros tiempos en los que eras realmente feliz y te has dado cuenta de cómo has cambiado, de cómo te has alejado de esa relación que tenías con Dios o de ese buen camino que te hacía sentir plenamente feliz en el Señor, pero hoy es preciso que te RINDAS AL SEÑOR, que dejes que Él pueda obrar en tu vida; que dejes de llevarle la contraria, que puedas reconocer tu necesidad de Él y con ello puedas permitir que Él obre en tu vida.
Hagamos, pues, esta oración:
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