“No se interesen tanto por la belleza externa: los peinados extravagantes, las joyas costosas o la ropa elegante. En cambio, vístanse con la belleza interior, la que no se desvanece, la belleza de un espíritu tierno y sereno, que es tan precioso a los ojos de Dios.”
1 Pedro 3.3-4
La palabra griega “Cosmos” es utilizada 187 veces en el Nuevo Testamento. La palabra puede ser definida como tierra, universo, mundo, humanidad, arreglo armonioso, orden, adorno. Es el orden creado para las cosas, el orden que Dios estableció para el universo cuando Él creó este último. La palabra “Cosmos” es traducida como “mundo” 186 veces en la traducción Reina Valera. Una vez es traducida como “adorno” y esa es precisamente en el versículo mencionado.
A través del orden y el diseño aprendemos a reconocer las cosas. Este es el caso de nuestros sentidos. El maquillaje de todo está ordenado de tal manera que siempre es reconocido como lo que es. Cuando pruebas algo nuevo estás iniciando un nuevo patrón u orden. Cuando escuchas un idioma nuevo se te presenta por primera vez un nuevo orden de sonidos.
Cuando conoces a una persona nueva se te presenta un nuevo orden de imagen, habla, personalidad, etc. Pero cuando pruebas, ves, escuchas o tocas algo reconocible, eso es una combinación de patrones que realmente reconoces.
Podríamos decir que cada uno de nosotros tenemos nuestro propio orden establecido, en cierto sentido somos nuestro propio mundo. Es este orden o arreglo de las cosas lo que nos hace individuos reconocibles. En cierto sentido, la gente conoce nuestro arreglo cuando nos conocen realmente, incluso hasta nuestra alma.
En el versículo mencionado las mujeres son animadas a ser conocidas por los arreglos correctos. Nosotros, como personas, tenemos la tendencia de arreglar las cosas externas para vernos bien. Queremos que la gente nos conozca por ese arreglo placentero (saber decir lo correcto, vestirse con lo correcto, oler correctamente, vivir en el lugar adecuado, etc). Pero en la realidad, es el arreglo interno de quienes somos lo que nos determina, en consecuencia, a nosotros mismos. Es nuestra verdadera Identidad.
¿A qué le pones más atención?
¿Le das más tiempo a tu orden externo que al interno?
¿Qué conoce la gente de ti? ¿El verdadero tú o el tú externo? ¿Tu identidad personal?
Piensa en quién eres realmente. ¿Eres simplemente una capa exterior de una persona bien "arreglada", o tienes sustancia en tu interior?
Tú, tu orden, tu patrón, tu arreglo es reconocible. Cuando la gente te ve, ¿a quién ven?
Es mejor que vean al verdadero tú. Tu verdadera Identidad personal es mejor.
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