Muchos son los relatos, relacionados con esta sensación, de adultos y adolescentes. Todos tienen una raíz común: "el querer hacer algo bueno”, que parece ser poco relevante para el resto. Generalmente, los adolescentes dicen que nada es suficiente para mantener satisfechos a sus padres, y que aunque se esfuercen por “portarse bien” pareciera ser que eso tampoco es suficiente. El relato de los adultos es similar, aunque generalmente teñido por lo que su grupo de parejas opina.
Pero hay muy buenas noticias: hay alguien que valora profundamente lo que haces y lo que estás dispuesto a hacer. Hay alguien que ve cuánto trabajo te cuesta llevar una vida basada en los principios de Dios y que, aunque te equivocas, en tu corazón no hay más que pasión por hacer las cosas a Su manera. Correcto. Esa persona es Cristo. Nadie puede estar más pendiente de ti y de mí.
Él te ha visto, ha visto cuánto has sufrido por decir que no a algo para poder decirle que sí a Él; Él conoce lo poco popular que muchas veces te has vuelto por ser consecuente con lo que crees y con el llamado que tienes, y lo que es mejor… ¡A ÉL SÍ LE IMPORTA!
La próxima vez que sientas que a nadie puede importarle menos tu diferencia, no olvides que a Dios no puede importarle más. No estás solo. Tú y yo vivimos creyendo que lo mejor que tenemos proviene de Él y eso es lo que nos alienta a vivir una vida muy solitaria e incomprendida a veces pero, llena, repleta de promesas.
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