"Y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros" (Mateo 1:23)
Dios hizo una promesa a su pueblo por medio del profeta Isaías; nacería un niño al que pondrían por nombre Emanuel. El Espíritu, por medio de Mateo, lo vincula a Jesús y nos proporciona el significado de su nombre: “Dios con nosotros”. Sin duda hemos leído el texto muchas veces, especialmente en el tiempo de la Navidad para recordar el nacimiento de Jesús, pero no es un texto para un determinado momento sino para siempre, para cualquier tiempo y para cualquier ocasión. Yo necesito reflexionar sobre él cuando los días son malos, pero también debo tenerlo presente cuando tengo gozo y paz.
En ocasiones la angustia aflige nuestra alma. Nos golpea la inquietud por algo que supera nuestras fuerzas. Los dolores, físicos o morales, convierten las horas en graves sufrimientos. Aun cuando estemos rodeados de amigos o familiares que nos acompañan, nos sentimos muy solos con nuestra angustia. Es entonces cuando este versículo toma una nueva dimensión y podemos decir una sola palabra que es una admirable provisión: Emanuel. Sí, no estamos solos, su promesa es cierta y su compromiso es fiel: “Con él estaré yo en la angustia” (Sal. 91:15). No estoy solo en la prueba, Emanuel está a mi lado.
Hay momentos en que el camino de la vida se hace obscuro. Las nubes cubren el cielo. La senda es difícilmente transitable. Buscamos luz para alumbrar la estrechez por donde tenemos que pasar, pero ahí está Emanuel, “la luz del mundo”, para brillar delante de nosotros, de manera que si le seguimos no estaremos en tinieblas. Cuando las fuerzas fallan y necesitamos recursos para seguir avanzando, oímos a Emanuel que nos dice “todo poder me es dado en el cielo y en la tierra”. Nada podrá detener nuestra marcha. Los enemigos son poderosos, están empeñados en que no sigamos caminando, pero Emanuel es Omnipotente. No hay temor que pueda afectarnos porque Emanuel está con nosotros. Está con los que le temen y les defiende.
¡Oh, qué gozo! Miremos con gratitud y esperanza a Emanuel, y entendamos que Dios está con nosotros. Descansa, alma mía, en Dios.
Amén
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