lunes, 1 de octubre de 2012

Marcharé al frente de ti - Meditaciones, Reflexión - vídeo

“Marcharé al frente de ti, y allanaré las montañas; haré pedazos las puertas de bronce y cortaré los cerrojos de hierro.” Isaías 45:2 (Nueva Versión Internacional).
Si Dios llama a alguien para realizar una misión Él se encargará también de preparar todo para su consecución. Previamente el Todopoderoso abrirá puertas que solamente Él puede abrir, además de cerrar puertas del pasado que solo Él puede cerrar (Isaías 52:12). Si hubiera obstáculos tan grandes como montañas Él se encargaría de convertirlas en polvo. Llámese dicha montaña pecado, adicción, culpa, frustración, sueños rotos o enfermedad. Si Dios va delante de ti, Su presencia allanará tu camino. Solo hace falta tener un poco de fe.
Algunas bendiciones de parte de Dios están resguardadas en fortalezas, lugares difíciles de penetrar para una persona con sus propias fuerzas. Retos que parecerán inalcanzables o temores que nos han impedido avanzar en el pasado; no obstante Jesucristo ya derribó dichas fortalezas con Su sangre; y sólo hay que creerlo.
Cuando Dios da una palabra a Sus hijos Él espera que éstos le crean y avancen sin duda ni temor. Siendo que todo lo que separa al creyente de su bendición es él mismo, porque ni el diablo ni el pecado tienen poder sobre Él (Juan 8:36). Una vez que el creyente decide creerle de todo corazón a Dios y avanza sin reservas en Su voluntad, el miedo y la duda se disiparán como la neblina y el gozo será producido dentro del creyente.
Hubo ocasiones en mi vida en las que estuve cerca de conseguir grandes bendiciones de Dios, pero era detenido por puertas duras como de bronce y cerrojos de hierro; estuve desesperado al no obtener lo que en mi corazón sabía que Cristo ya me había dado. Hasta que comprendí que no se trataba de lo que yo podía hacer con mis méritos, con mis obras, con mi justicia, solamente era con mi fe en Jesús (Romanos 5:17) . En ese momento entendí que todo lo que tenía que hacer era avanzar creyendo que Dios iba delante de mí para dejar las puertas de bendición abiertas a mi paso. Y así sucedió, Dios me concedió lo que tanto anhelaba y mis luchas acabaron.
Cualquiera que sea esa montaña que se interpone entre tú y tu bendición, cualquier puerta que en el pasado ha estado cerrada resguardando lo que te pertenece, cualquier cerrojo de hierro que impidió que en el pasado recibieras mayor santidad, libertad en el Espíritu de Dios, salud, sueños o anhelos de tu corazón, en fin todo lo que te ha separado de tu bendición, es insignificante ante el poder de Cristo. Él ya te dio la victoria, solo créelo.
Si hoy has creído que el Señor va delante de ti, haz conmigo esta oración:

“Señor Jesús hoy entiendo que eres Tú quien se encarga de darme la victoria y dejar abiertas las puertas de la bendición a mi paso. Ayúdame por favor a avanzar con firmeza en tu voluntad. Disipa con tu poder mis temores y dudas. Hoy entiendo que estoy revestido con la sangre de Cristo que me da autoridad sobre cualquier obstáculo. Hoy recibo por gracia todas las bendiciones que has reservado para mí, oro por esto en el nombre de Jesús, Amén. “


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