Hoy, no quiero caminar con desconfianza, debilidad e inconsistencia. Con mis ojos puestos en el Señor, quiero caminar con la frente en alto. Si, como los héroes de Hebreos 11, los cuales, aunque no recibieron todo lo prometido aquí en la Tierra, recibieron más de lo prometido en el cielo. Pero, mientras caminaron en la Tierra ellos lo hicieron con la frente en alto, porque sabían que habían creído en el único y verdadero Dios. Su fe no fue un puente entre ellos y lo que ellos esperaban que Dios hiciera…sino un puente entre ellos y Dios mismo.
El libro de Hebreos 11: 13-16, dice que mientras caminaron en la tierra ellos mantuvieron en su corazón seis cosas sólidas, firmes, y profundas, en relación a lo prometido por Dios.
Primero : Lo creyeron.
Segundo: Lo Saludaron.
Tercero: Lo confesaron.
Cuarto: Lo demostraron.
Quinto: Lo Pensaron y
Sexto: Lo anhelaron.
Qué gran ejemplo para mí hoy.
Sí, quiero caminar hoy con la frente en alto, necesito mantener estas seis cosas en lo profundo de mi ser en relación a las promesas de Dios para mi. Necesito primero creerlo, y esto es estar persuadido y convencido de lo que Dios ha prometido. Luego, saludar las promesas es como abrazarlas..como abrazaría un ser querido y hacerlas parte de mí. Luego, confesarlas con mi boca. Confesar es decir lo mismo que Dios ha dicho. Después, demostrarlo con mi vida. Sí, de nada me sirve confesarlo si con mi manera de vivir digo otra cosa.
Hoy, quiero vivir acorde con lo que confieso con mis labios. Entonces estaré preparado para PENSARLO. SÍ, cuando LO CREO, LO ABRAZO, LO CONFIESO Y LO DEMUESTRO CON MI VIDA, entonces lo podré pensar, y lo que pienso termina formando mi vida. Y finalmente lo anhelaré. El anhelo es el deseo profundo de mi alma.
Cuando los hombres y mujeres de Hebreos 11 mantuvieron estas seis cosas en su corazón, entonces el verso 16 dice que Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos.
Quiero que Dios hoy no se avergüence de llamarse mi Dios.
Señor: A veces el camino parece oscuro pero otras veces está muy claro e iluminado. Pero no importa el camino, lo que me importa hoy es andar por el sendero con la frente en alto. Señor, esos hombres y mujeres de Hebreos 11 hoy han impactado mi vida, porque supieron caminar con fidelidad y certeza. Ellos creyeron tus promesas, las saludaron, las confesaron, las demostraron, las pensaron y las anhelaron. ¿Acaso no es esta la mejor lección para mi vida hoy? Pues quiero vivirla.
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