Por defecto, la temperatura se mostraba en grados Fahrenheit. Intenté todas las permutaciones y combinaciones jugando con todos los botones del reloj. Sin importar cuán duro lo intenté no pude cambiarlo a grados Celsius. Tenía un par de otros relojes digitales en los que había un botón separado para desplegar el cambio de temperatura, pero esto estaba críticamente ausente aquí. Llegué al extremo de, literalmente, sacar unos cuantos tornillos, pero sin lograr nada.
La cosa con el reloj digital es que cuando le ponemos la batería, muestra todos los campos… y sí, ahora mostraba también el importante signo de grados Celsius. Pasó el tiempo; cada día solía ver el reloj y pensar en cómo hacer la conversión de la temperatura.
Movámonos rápido en el tiempo hasta las 9.30 de esta mañana. Acababa de tomar el reloj de nuevo; mi mente me decía que cada vez que apretaba el botón de “modo” había una acción correspondiente, por lo que en esta ocasión lo hice muy lentamente… uno por uno… y ¡bingo! Allí estaba… la batalla había sigo ganada. Ahora, orgullosamente, desplegaba la temperatura en grados Celsius. Estaba tan entusiasmado que hasta le tomé una fotografía.
Lo que este pequeño incidente me enseñó fue que supe que lo que quería hacer estuvo siempre delante de mí, y que todo lo que necesitaba era el correcto enfoque mental para resolverlo.
Eso es lo que la vida tiene reservado para todos nosotros. Si sabemos que es alcanzable y es cuestión de la actitud correcta, la victoria es sólo un asunto de tiempo.
La moraleja de la historia: aún si fracasamos en nuestros intentos, no fallemos en intentarlo de nuevo.
Les dejo con una breve cita del legendario Bruce Lee: “No pidamos en oración una vida fácil, sino más bien fortaleza para enfrentar una difícil”.
Esta narración resulta interesante para todos los que, en algún momento, hemos luchado por asimilar y apropiarnos de nuevas tecnologías, y aún de algunas no tan nuevas, sin recurrir a las instrucciones del aparato o consultar con alguien que sepa. Bueno, lo cierto es que muchos hemos insistido e insistido hasta lograr descifrar el problema y darle solución. Lo cierto es que la clave está precisamente en eso: seguir insistiendo y no rendirnos.
Tal vez cambiar la nomenclatura de la temperatura nos parezca algo muy simple, en mi caso probablemente hubiera seguido haciendo la conversión mentalmente, pero lo que vale para lo sencillo muchas veces deja en evidencia la manera en que afrontamos lo no tan sencillo también. Aferrémonos al Señor con todas nuestras fuerzas y, cuando sintamos que hemos llegado al final de nuestra fuerza, conocimiento e inteligencia, permitámosle a Él guiarnos la milla extra… ¡y veremos resultados increíbles!
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