viernes, 18 de mayo de 2012

¿Cuántas otras cosas nos estamos perdiendo?`- Reflexiones


Un hombre se sentó en una estación de metro en Washington DC y comenzó a tocar el violín, era una fría mañana de enero. Tocó seis piezas de Bach durante unos 45 minutos. Durante ese tiempo, ya que era hora punta, se calcula que 1.100 personas pasaron por la estación, la mayoría de ellos en su camino al trabajo.
Tres minutos pasaron, y un hombre de mediana se percató de que había un músico que estaba tocando. Aminoró el paso y se detuvo por unos segundos y después se apresuró para cumplir con su horario.
Un minuto más tarde el violinista recibió su primer dólar de propina: una mujer arrojó el dinero en la caja y sin parar siguió caminando.
Unos minutos más tarde alguien se apoyó contra la pared a escucharle pero el hombre miró su reloj y comenzó a caminar de nuevo. Es evidente que se le hacía tarde para el trabajo.
El que puso la mayor atención fue un niño de 3 años. Su madre se apresuraba pero el chico se detuvo a mirar al violinista. Por último la madre tiró duramente de él y el niño siguió caminando volviendo la cabeza todo el tiempo. Esta acción fue repetida por varios otros niños. Todos los padres, sin excepción, los forzaron a seguir adelante.
En los 45 minutos que el músico tocó, sólo 6 personas se detuvieron y permanecieron por un tiempo. Algunos le dieron dinero pero siguieron caminando a su ritmo normal. Recaudó $ 32. Cuando terminó de tocar y el silencio se hizo evidente nadie se dio cuenta. Nadie aplaudió, ni hubo ningún reconocimiento.
Nadie lo sabía, pero el violinista era Joshua Bell, uno de los músicos más talentosos del mundo. Él había tocado sólo una de las piezas más complejas jamás escritas en un violín, valorado éste en 3,5 millones de dólares.
Dos días antes de su forma de tocar en el metro Joshua Bell llenó por completo un teatro en Boston, donde los asientos costaban un promedio de $ 100.
Esta es una historia real. Joshua Bell, tocando de incógnito en la estación de metro, organizada por el diario The Washington Post como parte de un experimento social sobre la percepción, el gusto y las prioridades de la gente. Las líneas generales fueron los siguientes: en un entorno común a una hora inapropiada: ¿Percibimos la belleza? ¿Nos detenemos a apreciarla? ¿Reconocemos el talento en un contexto inesperado?
Una de las posibles conclusiones de esta experiencia podrían ser:
Si no tenemos un momento para detenernos y escuchar a uno de los mejores músicos del mundo tocando la mejor música jamás escrita, ¿cuántas otras cosas nos estamos perdiendo?

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