martes, 1 de abril de 2014

¿Cuál es el argumento ontológico para la existencia de Dios? - Biblia

El argumento ontológico es un argumento basado, no en la observación del mundo (como la cosmología y los argumentos teológicos), sino empleando únicamente la razón. Específicamente, el argumento ontológico razona a partir del estudio del ser (ontología). La primera y la forma más popular de este argumento se inicia desde San Anselmo, en el siglo XI d.C. Éste comienza con la observación del concepto de Dios, como “un ser tal, que nada mayor puede ser concebido.” Añade que, puesto que su existencia es posible, y la existencia es más grande que la no existencia, entonces Dios debe existir (si Dios no existiera, entonces podría concebirse un ser mayor, pero esto sería auto-excluyente (no puede haber nada más grande, que aquel del que ¡nada mayor puede ser concebido!). Por tanto, Dios debe existir.
Descartes dijo algo muy parecido, pero comenzó por la idea de un ser perfecto.

Mejores que el oro - Reflexiones

Las palabras siguientes fueron escritas en las Décimo octavas Olimpíadas de Tokio: “Lo más importante de los Juegos Olímpicos no es ganar sino participar"; así como lo más importante en la vida no es el triunfo, sino la lucha. Lo esencial es… haber peleado bien.
Los atletas que alcanzan los Juegos Olímpicos son de por sí, los mejores entre los mejores de cada nación. Cada atleta ha sobresalido en aspectos que, pocos o ninguno de sus compañeros podrían alcanzar. Sin embargo, sólo uno se llevará la medalla de oro, otro la de plata y un tercero la de bronce.
Aquellos que están muy acostumbrados a ganar, afrontan la devastadora posibilidad de perder, no sólo delante de sus compañeros de juego sino también de sus compatriotas, y en período televisivo, delante del mundo entero.
Qué importante es para estos atletas, mantener su perspectiva de que ganar no es lo más importante de las olimpiadas, y sí lo es la oportunidad de competir, de tratar de ganar, de dar su mejor esfuerzo.
"No importa la arena en la que compitas; en realidad ganar no es lo más importante. Dar tu mejor esfuerzo por el resto es lo que moldea, dentro de ti, las características duraderas de tu carácter, cosas “mejores que el oro”.
Lo más importante en la vida no es el triunfo, sino la lucha. Lo esencial es haber peleado.
Y una de las mayores normas de la vida es esta:
Mientras más das, más recibes.
Proverbios 13:4
El alma del perezoso desea, pero nada consigue, mas el alma de los diligentes queda satisfecha.

Ser tú


“El viento gira y gira,
y no deja de girar;
a veces sopla hacia el norte,
y a veces sopla hacia el sur.
Eclesiastés 1:6 (Traducción en lenguaje actual)

No existe nada mejor que ser tú. No existe mejor vestidura que la que te hace ver como eres en realidad. No hay mayor atractivo que alguien pueda buscar, que no sea su propia personalidad.
Si me dieran a escoger entre un joven “perfecto” y uno con defectos, escogería al que tiene defectos, ya que hasta los defectos en las manos de Dios son para darle gloria.
Pensar que existe una persona perfecta es mentira, no hay nadie que pueda ser así, sólo Dios puede serlo.
No pienses que pintarte una personalidad “ideal” para agradar a los demás, es la decisión correcta. Lo único que harás es hacerte daño.
Recuerda que Dios te hizo así como eres, en lo físico e intelectual, para que a través de ti los demás se enamoren más de Él.
Cuando veo la naturaleza y lo que hay dentro de ella, veo a Dios. Con mucha más razón, cuando veo a una persona ser ella misma, puedo apreciar que Dios es lo máximo.

Sé tú y nadie más que tú. Permite que te corrijan cuando es necesario, pero no pierdas la esencia que te hace ser ÚNICO.

Quiero Vivir Con Propósito

“Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas”. Efesios 2:10
¿Cuál es la definición de “propósito”? Los diccionarios significan, destino de algo, planificar algo. Algo que uno pretende conseguir o hacer. 
Es una palabra a la que la mayoría de nosotros estamos muy familiarizados. De hecho, muchos de nosotros gastamos la mayor parte de nuestro tiempo, buscando un propósito o “significado” para nuestras vidas.
Y a veces buscamos propósitos tan grandes, importantes, y significativos, y tan frenéticamente, que descuidamos los sucesos pequeños y maravillosos que ocurren a diario en nuestras vidas. Luego, muchos años después, miramos atrás en nuestras vidas, y esas pequeñas cosas que se descuidaron, podrían haber sido el gran salto por encima de nuestros límites.
Mas Dios tiene un propósito para todo, pero nosotros desordenamos las cosas y las ponemos al revés, perdemos el propósito asignado a nuestras vidas con cosas banales. Terminamos por creer que nuestros propios propósitos son insignificantes, sin sentido, lo cual es muy triste ante los ojos de Dios, para quien todos nosotros somos importantes y de mucho significado.
No todos nosotros parecemos ser tan fuertes como los líderes heroicos del pasado, o tan poderosos como otros, que cambiaron el mundo simplemente con el guiño de un ojo. Sin embargo, sí podemos hacer una gran diferencia en la vida de otras personas, con sólo una palabra o con un simple abrazo, cosas que dan un aliento significativo a quien ha perdido la esperanza. Estaremos cumpliendo así, el propósito de Dios en nuestra vida.

Jesús te pregunta: ¿Me amas?

“Le dijo la tercera vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro se entristeció de que le dijese la tercera vez: ¿Me amas? y le respondió: Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo. Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas”. Juan 21:17
Todos conocemos la historia de Pedro, un discípulo que confesó que Jesús era el Cristo, pero que lamentablemente, le negó en el momento mas difícil del Señor, antes de entregar su vida por amor a todos nosotros.
No se trata de culpar a Pedro por negar a Jesús, puesto que muchos de nosotros en algún momento de nuestra vida cristiana lo hacemos, ya sea con palabras, acciones o hechos. "Así que el que esté libre de pecado que tire la primera piedra", porque hay momentos en la vida en los que negamos a Dios, bien porque nos sentimos mal por todo lo que nos está pasando, o porque simplemente decidimos hacerlo.
No hay duda de que todos aquellos que nos hacemos llamar cristianos amamos a Dios, pero todos tenemos nuestros momentos de rebeldía, momentos en los que, hasta dudamos de que Jesús está con nosotros.
Quizá estés pasando un momento difícil en el que te sientes desamparado por Dios, en el que por más que buscas una solución no la encuentras, uno de esos momentos por los que a ninguno de nosotros nos gusta pasar. Puede que hayas intentado con tus propias capacidades, salir adelante en algo y no pudiste; claro que, a lo mejor no tomaste en cuenta a Dios en alguna decisión y ahora estás pagando el resultado de ella. Quizá estás atado a un pecado, con el que sabes que ofendes a Dios, y no sabes cómo salir de él, o quizá te enamoraste de alguien que creíste que era el indicado o indicada, y no fue así. En fin, estas y otras muchas situaciones, muchas veces nos llevan a negar o a olvidarnos de Dios.
Pero lo que sí es seguro, es que después de cada una de estas y otras situaciones similares, todos hemos llegado a nuestro cuarto, cerrando las puertas, arrodillándonos, con lágrimas en los ojos y diciéndole a Papá: “perdóname por ser rebelde, perdóname por negarte, perdóname por fallarte”.