sábado, 20 de junio de 2020

El Río de Dios

Ezequiel 47:1-9 Las aguas salutíferas
Desde el capitulo 40, el libro del profeta Ezequiel nos habla de la construcción de un nuevo templo glorioso, el cual simbólicamente nos muestra que la presencia Dios habitará nuevamente en su pueblo, y eso en este tiempo se cumple por medio de nuestro Señor Jesucristo, habitando en cada uno de nosotros. 

El Texto nos dice que de ese templo, en el cual está la presencia de Dios, fluye un río, y ese río que fluye trae al mundo dos cosas maravillosas: SANIDAD Y VIDA. Y eso es exactamente lo que el mundo necesita hoy en medio de esta pandemia; el Señor en este tiempo de enfermedad y muerte le está haciendo un llamado al mundo. Es un llamado primeramente a la iglesia, es decir, a nosotros los cristianos que día a día estamos clamando a nuestro Dios por sanidad y vida para nuestra familia, para nuestro país y para el mundo. 


Pero lastimosamente, en realidad muchos de nosotros no sabemos lo que es estar sumergidos en el río de Dios, en su presencia, en su voluntad. Queremos los efectos de la bendición del río de Dios, de su poder, de su presencia, pero no queremos vivir una vida comprometida con el Señor, no queremos entregarnos por completo al Señor, y Dios no quiere que después de esta pandemia aún sigamos viviendo un cristianismo “Light”. Muchos cristianos han venido viviendo un cristianismo en el río de Dios con el agua hasta los tobillos (Verso 3). Están dentro, pero viviendo una vida cristiana superficial y sin compromiso, son creyentes, pero no discípulos. 
Otros cristianos están viviendo un cristianismo con el agua hasta las rodillas (verso 4a). Han obedecido en parte, pero no están verdaderamente entregados al Señor. Hay muchas áreas de su vida que aún no están dispuestos a ponerlas bajo la soberanía de Dios. 

Y hay cristianos que están viviendo en el río de Dios con al agua hasta los lomos, es decir, están entregados en el servicio, están comprometidos con sus ministerios... Pero tenemos que notar algo muy importante: cuando el agua llega hasta los lomos, aún queda una parte muy importante del cuerpo sin sumergirse en el agua: LA CABEZA, y la cabeza significa la voluntad, las decisiones, las prioridades. Dios puede y quiere traer sanidad y vida al mundo, pero también quiere que su iglesia no siga siendo una iglesia indiferente, sin compromiso, tibia, dormida, sino una iglesia que esté realmente sumergida por completo en el río de Dios, que no luche por hacer su propia voluntad, sino que se someta y que se deje llevar por la voluntad de Dios, por sus planes y propósitos en este mundo (verso 5). 

Oremos y clamemos para que el río de Dios traiga VIDA Y SANIDAD al mundo en esta pandemia, pero nosotros sumerjámonos por completo para que seamos llenos de su vida, de su gozo, de su esperanza, de su fortaleza y de sus propósitos. 
Querido hermano y hermana, no tengas temor, sumérgete con fe en el RÍO DE DIOS, déjate guiar y gobernar por su voluntad, y grandes cosas hará Dios.

No hay comentarios:

Publicar un comentario