Texto bíblico: Lucas 24:13-35 (Reina-Valera 1960)
Después de que ocurriera el acontecimiento más grande la historia (la muerte de Jesús), los discípulos estaban anonadados y muy tristes por todo. Aun no habían superado todas las cosas a pesar de que Jesús ya les había advertido, pero en realidad ninguno de ellos estaba preparado para vivir un acontecimiento como ese.
Cuenta la Biblia, que luego de la resurrección de Jesús (les costaría creer que Jesús ya no debía estar muerto), iban dos seguidores del Mesías caminando y discutiendo acerca del tema del momento. Tan dolidos y tristes estaban por lo que había pasado, que El Maestro en el camino se aproximó a ellos y no lo advirtieron.
¨Mas los ojos de ellos estaban velados, para que no lo reconociesen. Y les dijo: ¿Qué pláticas son estas que tenéis entre vosotros mientras camináis, y por qué estáis tristes?¨ (Versículos 16-17).
Sus ojos estaban cerrados porque primeramente, estaban lamentándose de lo que había pasado; segundo, porque habían olvidado que Jesús les había dicho que moriría pero que también resucitaría, y tercero, simplemente no creyeron.
No hay mucha diferencia en la actitud y la manera de pensar de estos discípulos con la de nosotros en la actualidad. Hay muchas cosas que sabemos de Jesucristo y de todo lo que Él puede hacer con nuestro presente y nuestro futuro, el pasado ya no cuenta, pero muchas veces vivimos en el pasado lamentándonos por lo que quedó atrás; además se nos olvida que Jesús camina con nosotros, a nuestro lado, y por tener la mirada en lo que está detrás, no notamos que Él está ahí, porque no miramos a lo que tenemos al lado y lo que nos espera adelante.
Imaginemos tener a Jesús al lado diciéndonos ¡Oh insensatos y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho! (Verso 25)
Sabían perfectamente que resucitaría, pero dudaban. Además de esto, María magdalena, Juana y María (madre de Jacobo) habían anunciado que la tumba estaba vacía, y a pesar de eso no estaban muy convencidos. Era necesario que todo eso pasara, pues así lo destinó Dios para nuestro beneficio.
No seamos tardos de corazón para creer lo que Dios nos ha dicho y nos ha prometido, ¿Por qué tenemos que esperar a ver las cosas para poderlas creer? Creer sin necesidad de ver es motivo de que a los demás les pueda llegar la bendición antes que a nosotros, por eso, porque creen sin necesidad de ver.
Hay que reconocerles que hicieron algo muy importante, y fue que insistieron y provocaron que Jesús se quedara con ellos. Fácilmente podía haberse alejado de ellos, sin decir nada, pero tenía que demostrarles una vez más que Él nunca les mintió. Después lo reconocieron por su manera de actuar y de compartir el pan. Jesús nunca dejó de ser quien era y por eso fue identificado. ¿Será que nuestras actitudes nos identifican como hijos de Dios? Si es así, verás como los ojos de muchas personas que no creen en Jesús se abren y verán esa luz. ¨Entonces les fueron abiertos los ojos, y lo reconocieron; mas él desapareció de su vista.¨ (Verso 31)
¡Tercos!, que sentían en lo más profundo de su corazón, cuando les recitaba las escrituras, pero una vez confirmado corrieron al encuentro de los demás y les contaron lo sucedido. Es necesario que vayamos y compartamos a los demás la obra tan grande que hizo el hijo de Dios, para que ellos también se sientan caminar con Jesús y sean guiados por Él.
A veces es necesario que esto acontezca en el camino, para prepararnos y ser mejores cada día. No estamos exentos de pasar por la misma situación, y más si todos nos dirigimos hacia el mismo lugar: El cielo.
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