Has
querido levantarte, pero por más que lo has intentado, das un paso y caes
nuevamente a la lona con tristeza, desilusión y amargura. Sé que has
intentado volver a subir y seguir allí arriba, pero tu mente se llena de
pensamientos que van y vienen y que son una mezcla de angustia, dolor, lágrimas
e impotencia. Sé que no es fácil, es bastante difícil, y cada día sientes que
lo es aún más y que finalmente no podrás. Tu motivación se ha ido y tu sonrisa
se ha desvanecido; aquellos pensamientos han persistido cada vez más fuertes
sobre ti, y más aún cuando pretendes levantarte y seguir luchando, seguir
adelante y persistir. Yo he estado ahí.
Con
una profunda angustia en mi corazón miro aún
más lejos de la pantalla, veo dónde estás tú y puedo ver tu corazón dañado,
cortado en pedazos y lanzado al inerte suelo. Puedo ver tus lágrimas, tu dolor,
tu impotencia; quisiera estar ahí para darte ese abrazo que te es tan necesario
en estos momentos, escucharte y darte tantas palabras de aliento como
pueda.
Entiendo
perfectamente lo que se siente, lo que se siente al tener una enfermedad
agobiante con la que ya estás cansad@ de luchar, una desilusión de amor que ya
estás cansad@ de llevar, una pérdida de alguien que ya no puedes soportar más,
una soledad que ya estás cansad@ de ver y sentir, una adicción que ya no
quieres tener más en tu vida, un dolor en todo tu ser tan profundo como el más
recóndito mar,... y todo aquello que está ocasionando que todos tus días sean
grises y que, por muy fuerte que sea el sol del medio día, tu día simplemente
no tiene sazón, es simple, sin ánimo, sin nada. Aunque quisiera, estar allí no
puedo; pero conozco a alguien que cuando yo estaba en la misma situación que tú
estás hoy, vino a mí, que cuando pensé que todo estaba perdido, incluso
todo aquello que estaba en ruinas desde hace mucho tiempo, me abrazó, me consoló
y restauró hasta lo último de mi ser. Hoy es tiempo de que lo conozcas, Él está
ahí a tu lado, diciéndote estas palabras y esperando a que tomes una decisión,
decisión de seguir en el túnel oscuro donde estás o ¡caminar, correr y llegar
hasta su luz!
Sé que muchas veces no entendemos lo que pasa en nuestras vidas, un día estamos
bien pero al otro día suceden cosas totalmente inesperadas y, en nuestro dolor
y angustia, le preguntamos a Dios una y otra vez ¿¡Por qué!? Pero en todos los
procesos Dios tiene un plan, un motivo, un propósito que quizás hoy no lo comprendamos
pero lo comprenderemos a su debido tiempo. No podemos exhortar, animar adecuadamente a otros
sobre temas que no hemos vivido, no podemos alentar a que alguien siga adelante
sin que nosotros hayamos entendido cuánto significa y duele ese seguir adelante,
sin que a pesar de… No podemos darle palabras de ánimo a alguien que tiene una
gran desilusión amorosa, sin que nosotros hayamos pasado por eso, porque
entonces le estaremos diciendo palabras vacías y no comprenderemos realmente
qué sucede en el corazón de esa persona. Por eso Dios permite que sucedan estas
cosas en nuestra vida, sea quien sea, porque en algún momento Dios nos
utilizará para ayudar a reanimar otra vida que está a punto de apagarse. Piensa
que si Dios está permitiendo que pase eso hoy en ti, es porque pronto, muy pronto, te va a
utilizar con alguien que pasó, pasa o pasará algo como lo que tú estás
viviendo. Es difícil, lo sé, pero si has pedido ser utilizado por Dios tienes
que aguantar el dolor de los latigazos.
Es
fácil decirle a Dios: ¡Úsame!, pero lo verdaderamente difícil es entrar en la
escuela donde Él nos va a enseñar cómo ser usados. Es fácil pedirle a Dios:
¡Pásame por el fuego!, pero es muy difícil aguantar las altas temperaturas de
su enseñanza, para que al final del proceso quede solo el oro y haya caído toda
impureza. Son procesos que muchas veces no comprendemos cuando,
apresuradamente, le pedimos a Dios que los cumpla en nosotros; por eso siempre
tenemos que ser conscientes de que Satanás también escucha lo que decimos a
viva voz o más suavemente; y cuando tú confiesas esas palabras, Satanás dice:
¡Vamos a ver cuánto aguantas! Por eso, ¡trata siempre de hablar con Dios interiormente porque allí solo Él puede escucharte!
Hay
una película muy hermosa llamada HOMBRES
DE HONOR, que trata sobre un buzo de la marina que tiene un
accidente y pierde su pierna derecha desde la rodilla hasta el pie, y al final,
está la mejor escena de todo el film. El marinero, ante un tribunal en un juicio,
con un traje de buzo puesto, tiene que dar 12 pasos para que sea reintegrado a
la marina. Tiene que levantarse con un traje bastante pesado y además con una
prótesis en la pierna derecha, y dar 12 pasos. ¡Ciertamente bastante difícil!
Flaquea, llora, casi cae, le duele, pero al final logra darlos, un acto
bastante emotivo y además basado en la vida real. Así que… ¡levántate
soldado! ¡Es una orden del Capitán General, Jesús de Nazaret! Y da un paso más,
es todo lo que Él necesita, ¡UN
PASO MÁS!
Es
tiempo de ¡Proseguir! ¡Sobrepasar! ¡Recuperarlo todo!… ¡Vamos, dilo
fuerte!¡Proseguir! ¡Sobrepasar! Y ¡recuperarlo todo! Es tiempo de
correr y perseguir todo aquello que pensaste se había perdido, todo aquello que
creíste extraviado. Es tiempo de perseguir todos tus sueños, metas y proyectos.
Es tiempo de perseguir todo aquello que Satanás te había quitado. El ladrón no viene sino para hurtar, matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia. Juan 10:10.
Es tiempo de sobrepasar al ladrón y correr mucho más rápido que él… ¡Vamos, vamos, corre, corre! Es tiempo de recuperarlo todo, absolutamente todo lo que habías perdido, tu paz, tu tranquilidad, tu sonrisa,... tu ánimo. Hazlo, porque ¿sabes quién está corriendo a tu lado?, ¿quién tiene una banderita con tu nombre en ella y una manopla que dice el 1º?… por supuesto, ¡Dios! Él ya dio todo por ti y está esperando que ganes la carrera… ¡Vamos, a qué esperas! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡PROSIGUE! ¡SOBREPASA! y ¡RECUPÉRALO TODO!
Es tiempo de sobrepasar al ladrón y correr mucho más rápido que él… ¡Vamos, vamos, corre, corre! Es tiempo de recuperarlo todo, absolutamente todo lo que habías perdido, tu paz, tu tranquilidad, tu sonrisa,... tu ánimo. Hazlo, porque ¿sabes quién está corriendo a tu lado?, ¿quién tiene una banderita con tu nombre en ella y una manopla que dice el 1º?… por supuesto, ¡Dios! Él ya dio todo por ti y está esperando que ganes la carrera… ¡Vamos, a qué esperas! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡PROSIGUE! ¡SOBREPASA! y ¡RECUPÉRALO TODO!
Dios
está tomando tu situación en sus manos de forma que ahora eres una urgencia
vital para Él, y de no actuar a tiempo podrías morir. Por eso está
cargando su desfibrilador preferido, Sus Manos, para darte una descarga con estas palabras, para que tu corazón vuelva a latir mucho más fuerte
que antes.
“Algo pasa en los cielos, todo está conmovido,
los ángeles van de aquí para allá, pero algunos no entienden lo que está
pasando. Miguel y Gabriel se preguntan entre ellos qué está pasando pero no
comprenden nada. Finalmente, alguno tiene que ir a preguntarle, -Iré yo – dice
Miguel. Miguel se acerca poco a poco al Dios Todopoderoso, al Rey de Reyes, y
le dice: ¡ehh, Señor Omnipotente!, puedo preguntarle ¿por qué todos van de aquí
para allá? ¿Qué piensas hacer Señor? ¿Por qué te estás levantando de Tu Trono?
– Miguel, Mis Hijos me necesitan, aquellos que piensan que no podrán sobrevivir, aquellos que creen tener su vida apagada. Llegó la hora de intervenir porque les amo.
-Señor Todopoderoso, no me digas que vas a utilizar el ¡DESFIBRILADOR!, dice Miguel
– Sí, Miguel, voy a utilizarlo.
-¡Gabriel! ¡Gabriel!, exclama Miguel, ¡nuestro Señor Omnipotente va a utilizar el desfibrilador para reanimar la vida de Sus Hijos! ¡Todos al suelo!
En ese momento se oye una gran voz, como las muchas aguas, como un gran trueno que dice: ¡VIVE AHORA! ¡LEVÁNTATE Y RESPLANDECE COMO LUZ DEL MEDIO DÍA, HIJO MÍO! ¡ESPÍRITU SANTO, MÉTETE HASTA EN SUS HUESOS! ¡NUEVO TODO! ¡VIDA NUEVA! ¡CORAZÓN NUEVO! ¡ARRIBA, HIJO MÍO! ¡ARRIBA! ¡VIVE AHORA! Y se oyó un estruendo hasta lo más recóndito de los cielos y un gran estruendo en la tierra, y en cada lugar en donde un Hijo Suyo dijo: ¡Dios, te necesito! Y cada corazón comenzó a latir de nuevo, porque desde ese momento todas esas vidas fueron levantadas por el Dios Todopoderoso para el que nada es imposible, nada”.
– Miguel, Mis Hijos me necesitan, aquellos que piensan que no podrán sobrevivir, aquellos que creen tener su vida apagada. Llegó la hora de intervenir porque les amo.
-Señor Todopoderoso, no me digas que vas a utilizar el ¡DESFIBRILADOR!, dice Miguel
– Sí, Miguel, voy a utilizarlo.
-¡Gabriel! ¡Gabriel!, exclama Miguel, ¡nuestro Señor Omnipotente va a utilizar el desfibrilador para reanimar la vida de Sus Hijos! ¡Todos al suelo!
En ese momento se oye una gran voz, como las muchas aguas, como un gran trueno que dice: ¡VIVE AHORA! ¡LEVÁNTATE Y RESPLANDECE COMO LUZ DEL MEDIO DÍA, HIJO MÍO! ¡ESPÍRITU SANTO, MÉTETE HASTA EN SUS HUESOS! ¡NUEVO TODO! ¡VIDA NUEVA! ¡CORAZÓN NUEVO! ¡ARRIBA, HIJO MÍO! ¡ARRIBA! ¡VIVE AHORA! Y se oyó un estruendo hasta lo más recóndito de los cielos y un gran estruendo en la tierra, y en cada lugar en donde un Hijo Suyo dijo: ¡Dios, te necesito! Y cada corazón comenzó a latir de nuevo, porque desde ese momento todas esas vidas fueron levantadas por el Dios Todopoderoso para el que nada es imposible, nada”.
Dios,
nuestro Padre, quien nos ama tanto, ha desfibrilado nuestra vida y ha hecho que
nuestro inerte corazón vuelva a latir. Dios, hoy, ha querido decirte todo esto
por una razón hermosa y es seguro que algo maravilloso está pasando en tu vida
ahora mismo. Tus fuerzas vuelven, tu ánimo es recobrado, tu semblante cambia,
tus pies se hacen fuertes y la paz vuelve a ti. Ahora tienes mucho más de lo
que habías perdido. Ahora lloras de alegría, de paz, de emoción. Lloras porque
su amor te está rodeando en este preciso instante y tu vida no será la misma a
partir de hoy.
Padre
Omnipotente, amado nuestro, Señor de misericordia y amor; sé que ya usaste tu
desfibrilador con todos nosotros, tus hijos, y sé que desde ahora seremos
diferentes; pero te pido que, en el Nombre de Jesús, nos ayudes a seguir
adelante a pesar de lo que pueda ocurrir en nuestras vidas. Danos las fuerzas
suficientes para seguir avanzando aún en las dificultades. Danos el
entrenamiento necesario para pasar todas esas vallas dificultosas por encima. Danos la
fuerza para creer en que Tú eres Nuestro Dios y nunca nos abandonarás. Ayúdanos
a PERSEGUIR, SOBREPASAR Y RECUPERARLO TODO. Bendice, Señor, a todos aquellos
que hoy vienen a ti y envía sobre ellos una doble porción de tu gracia y de tu
Santo Espíritu, para que puedan ver más allá de lo que normalmente ven y puedan
aprender de todo para después ayudar en todo a los que necesitan de Ti, Señor.
Bendice la vida de todos nosotros y llévanos siempre de tu poderosa y gloriosa
mano, no nos sueltes nunca. Y Gracias, gracias por todo lo que nos permites
sufrir y aguantar, porque de esto daremos testimonio para gloria tuya. Gracias
por tu amor incomparable, gracias Padre, muchas, pero muchas Gracias. Te amamos
Señor. Bendice nuestras vidas en el nombre poderoso de Jesús. Amén.
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