sábado, 30 de mayo de 2020

¿Realmente eres Feliz?

La vida para muchos de nosotros es muy complicada. Todos tenemos nuestra propia perspectiva de ella. Comienza con amor, demanda amor y siempre busca amor; tan hermoso, tan sencillo, aunque tan difícil de comprender para nosotros.
Arrastrándonos dentro del límite de aquellas cuatro paredes, rodeado de papá, mamá y otros miembros de la familia, cuán felices éramos. Cuán entusiasmados solíamos estar viendo las películas cómicas en la TV, recibiendo juguetes, comiendo chocolate, etc.
Pero luego, con una frontera ampliada de la vida y con más amigos a nuestros alrededor, ¡se supone que deberíamos ser aún más felices! Pero, ¿realmente lo somos?
Mile Villanueva : ¿REALMENTE ERES FELIZ?Antes de que desarrollásemos sistemas de educación, de que empleáramos buenos medios de transporte y comunicación, etc., éramos felices. Pero ahora, con todos estos avances, ¿por qué no podemos serlo?
Tenemos la habilidad y la tecnología para alcanzar el espacio exterior… y sin embargo no podemos desarrollar una tecnología para llevar una sonrisa al rostro de alguien. Las necesidades y quereres nos impulsan hacia ellos mismos como si fuesen descubrimientos, y nos llevan hacia el lujo. Son los mismos quereres que, llevados al extremo, se convierten en deseos… deseos ilimitados en los que nos ahogamos.
Nos ahogamos deseando más amor, más lujo, más comodidad y más éxito.
Hemos acumulado vastos conocimientos, aunque fallamos en comprender la sencilla verdad de la vida: la vida es una travesía y tenemos que aceptar todo lo que nos sale al encuentro. La única manera de sonreír es aceptar lo que somos y lo que tenemos… nunca correr y lamentarnos por lo que no tenemos.
Animados por la cultura que nos rodea, nos hemos lanzado a la búsqueda de un sueño colectivo que jamás lograremos alcanzar, ¡porque es irreal! Porque la vida nos brinda, en medio de su evidente complejidad, la oportunidad de ser felices si la sabemos vivir con sencillez, con una actitud agradecida al Señor por quienes somos (en vez de quejarnos por quienes no somos o por quienes nos hubiera gustado ser) y lo que tenemos (en vez de lamentarnos por lo que no tenemos y hubiésemos querido tener). No hay sustituto para una vida de auténtico contentamiento delante de Dios. Atrevámonos a abrazar ese estilo de vida… que no solo nos bendecirá a nosotros sino también a todos los que nos rodean.

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