miércoles, 4 de marzo de 2020

Diferencia entre Adán y Jesucristo

No obstante, reinó la muerte desde Adán hasta Moisés, aun en los que no pecaron a la manera de la transgresión de Adán, el cual es figura del que había de venir. Pero el don no fue como la transgresión; porque si por la transgresión de aquel uno murieron los muchos, abundaron mucho más para los muchos la gracia y el don de Dios por la gracia de un hombre, Jesucristo”. Romanos 5:14-15
Pablo establece la diferencia entre Adán y Jesús
En este pasaje, Pablo habla de la gran diferencia que hubo entre Adán y Jesucristo. Casi cualquier persona conoce la historia subyacente de nuestra caída, sea esa persona cristiana o no. Somos una raza caída, que se encuentra en esta condición debido al pecado del primer hombre en la tierra.
Resultado de imagen de Diferencia entre Adán y JesucristoAdán desobedeció a Dios, después se escondió de él y finalmente le echó la culpa de su pecado a su mujer Eva. Todo esto provocó la desgracia y trajo la muerte al mundo. Además, fuimos destituidos de la gloria de Dios y el pecado entró al mundo, y así hasta el día de hoy, el pecado, está presente en el mundo.
Pero Pablo menciona una esperanza. Un segundo Adán creado por Dios, de forma tal, que gracias a este segundo Adán, la humanidad es capaz de volver a reconciliarse con Dios por medio de Él. Gracias a su obediencia a Dios y amor a nosotros, somos justificados delante de la presencia de Dios, por gracia y no por obras (Efesios 2:8-9).
¿Por qué pecó Adán y se llevó todo consigo?
Al principio Dios hizo todo perfecto, puro y santo. Adán fue el primer hombre que Dios creó, y lo creó para que lo adorase, labrara el jardín del Edén, pusiese nombre a los animales y viviera en libertad. Solo le hizo una única prohibición y fue que no podía comer de uno de los árboles del jardín, la cual, junto con su esposa Eva, desobedeció (Génesis 3:6).
En realidad Adán no desobedeció directamente a Dios al pie de la letra, es decir, él no fue a buscar del árbol del fruto prohibido por su cuenta. Sino que fue su esposa Eva, tentada por la serpiente, quien le dio de comer del fruto del árbol. Sin embargo, esto era algo que Adán debió reconocer, que aunque no lo cogiese él, debió negarse a comerlo. Dios se lo prohibió, fuese de la forma que fuese.
Aun así, Adán y su mujer pecaron. Después se fueron a esconder de Dios, y Adán le echó la culpa a su mujer de su pecado. Pero no solamente eso. Adán incluso le echó la culpa a Dios mismo, diciéndole: La mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí” (Génesis 3:12)
¿Cómo somos justificados por medio de Jesús?
Así es como entró el pecado al mundo, o sea, la vergüenza, la desobediencia, los excesos, la muerte…, porque la paga del pecado es muerte (Romanos 6:23).
Pero en el mismo pasaje de Romanos 6:23, Pablo aclara que el regalo de Dios otorga la vida eterna y nos justifica delante de Él, y ese regalo se llama Cristo Jesús. Jesucristo fue el segundo Adán creado por Dios, el cual por medio de Él, pagó un rescate por nosotros.
A diferencia de Adán, Jesús no nació en el jardín del Edén con todas las comodidades habidas y por haber. Jesús nació en un humilde pesebre, rodeado de paja y animales. Vivió y trabajó como un hombre normal de la época. Sin embargo se despojó de todo, con el fin de cumplir su propósito santo y a los 30 años inició su ministerio.
Jesús obedeció en todo al Padre, hasta en lo que de verdad no quería, en cosas que lo harían sufrir mucho, a diferencia de Adán que solo tenía que aguantarse. La obediencia de Jesús hizo posible que la gracia de Dios estuviera disponible para todos. Debido a que Jesús hizo el pago por nuestros pecados, y en el momento en el que reconocemos esto, pasamos de muerte a vida. Pero no cualquier vida, sino una vida en abundancia junto a Dios.
¿Qué podemos entender de este mensaje?
El mensaje aquí es que Adán, el cual representa a la humanidad, pecó y cayó en desgracia, y con él caímos todos, pues los hijos tienden a heredar muchas cosas de sus padres, incluso hasta las deudas. Así que el pecado de Adán lo heredamos todos, por lo que a todos nos corresponde la desgracia y la muerte.
Pero no nos preocupemos, hay un Salvador, un segundo hombre diseñado por Dios, por el cual toda la humanidad tiene la oportunidad de ser salvada y justificada delante de Dios. Ese Salvador se llama “Jesucristo”, y podemos aceptar ese regalo precioso que nos está otorgando Dios y tener una vida en abundancia junto a Él hoy mismo.
¡Así que no esperes más y reconoce a Jesús como Señor y Salvador en este momento!

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