Pero vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable. 1 Pedro 2:9
¿Con qué propósito fuimos creados?
En tanto que el espermatozoide que llevaba tu información genética y los millones de espermatozoides que, alrededor, iban protegiendo esa información que Dios había permitido que se generara, los obstáculos inhóspitos, como son los leucocitos de la mujer, el moco cervical y el PH, eran las grandes barreras para que no llegara ese emisario que llevaba tu información genética.
Todos aquellos se sacrificaron manteniéndote en el centro, para que nada te dañara. Y cuando finalmente encontraron el óvulo, donde debía ser depositada esa información genética y formar una unión genética especial del ser humano, entonces allí se cerró, el óvulo, después de la entrada de tu información, y así comenzó el gran proceso de la vida.
Los demás espermatozoides cumplieron su misión; protegerte. Jamás compitieron contra ti; te ayudaron a que pudieses entrar. Ellos sabían que tú tenías un propósito, y muy grande. Por eso las barreras fueron muy grandes y potentes, para que no entrases.
Y ahora que estás leyendo esta información, haces la vista gorda, e incluso te ríes de tu creador y menosprecias tu origen. Si sigues sin darle las gracias y la gloria al Todopoderoso, y decirle a Jesús que complete el ciclo ahora, que es entrar por medio de su Espíritu Santo dentro de ti al arrepentirte de tus pecados, entonces todo el proceso de fertilización habrá sido en vano.
La vida eterna
Para obtener la vida eterna tienes que reconocer y creer que Jesús murió por salvarte en la cruz, y resucitó para darte vida (Juan 3:16). Él es el único que puede hacer que entres a la vida eterna (Juan 14:6), por medio de Su sangre derramada en la cruz del calvario.
Tú vales mucho para Dios.
Tú vales tanto, que se te oponen grandes barreras, huestes de maldades demoníacas (Efesios 6:12). Huestes de maldad que te harán ver espejismos, y creer cosas que parecen reales para que no creas en Dios. Cosas para que no entres a la ciudad santa, la Nueva Jerusalén (Apocalipsis 21:2). Y el único que puede llevarte es Jesús por medio de su santo Espíritu.
Cree, confía y no seas incrédulo/a (Juan 20:27); tu origen es suficiente para que sepas que eres demasiado especial. Por lo que hay razones suficientes para evitar que creas.
Nunca fue una carrera al azar, nunca fue para ver quién sería el más veloz de todos ellos, nunca fue así. Eso te lo han hecho creer para que creas en tus propias fuerzas, y no en las del eterno poderoso Dios.
Una carrera sería creer en la teoría de la evolución de Charles Darwin, y jamás fue así. Ya fuimos conocidos desde antes (Jeremías 1:5), y ahora Dios espera que le demos esa honra a Él. Si no, cometeremos el mismo pecado de Lucifer: creerse como Dios.
Recordemos siempre que Él …nos escogió antes de la fundación del mundo, para que fuéramos santos y sin mancha delante de Él. (Efesios 1:4).
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