No puedo evitar recordar cuando este siervo estaba desesperanzado y le
habían dado por perdido. Había intentado todo para ser libre sin ningún éxito.
La agonía de estar herido de muerte en las tinieblas carcome el alma. El
pensamiento incisivo de perecer perpetuamente en el infierno, te hace creer que
ha acabado todo.
Veo a un ser que era inútil para la vida, con sus nervios destrozados de
tanto ingerir alcohol, con una mente tan distorsionada que nada podía
restaurarla. Y con su alma atada al terror de la noche.
En eso llegó Aquél hombre que dijo que Él estaba dispuesto a dar su vida
para devolverme la mía. Dijo que Él estaba dispuesto a restaurar mi mente y
darme libertad, derramando hasta la última gota de su sangre.
-¿Por qué estás dispuesto a dar tu vida y tu sangre por mí, si no valgo
nada? Es demasiado el precio de tu vida por alguien inservible, le respondí.
-Para mí eres una obra maestra y en mi obra te quiero incluir, replicó.
Hasta entonces no veía utilidad o valor en mí, y no supe por qué Jesús sí.
Y poco a poco Él restauró mi vida; haciéndome entender que en aquel momento,
aunque todo indicaba lo contrario, yo valía para Él.
Él me ha hecho nacer de nuevo, me ha dado una nueva mente, un nuevo
corazón y una nueva vida que jamás imaginé.
Y hoy veo la manera en que Dios escribe por medio de mí para llevar
mensajes a su pueblo, a muchas naciones, hoy veo que me permitió ir a lugares que
jamás imaginé y escribir para Él. Hoy, que estoy viviendo el sueño de Dios, mi
alma simplemente no puede dejar de alabarlo y agradecerle porque he nacido de
nuevo.
Y tú hermano/a,¿sigues creyendo que se
ha equivocado en escogerte Aquél que te ha salvado?, ¿o tu boca está bendiciendo
al Señor porque has nacido de nuevo?
M.G.
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