martes, 7 de enero de 2020

Desánimo espiritual

A lo largo de nuestra vida experimentamos el desánimo muchas veces. La falta de energía, vitalidad o interés en ciertas áreas, unas veces provocadas por cansancio físico y otras por motivos emocionales, son las principales causas. Dentro del desánimo está también el que experimentamos en el área espiritual. 
Este raro sentimiento, como de falta de energía para seguir adelante con lo que estás haciendo, como que quieres pero algo te desanima...; no son los problemas, incluso a veces ni siquiera es algo que puedas explicar, pero el caso es que sientes que aunque quieres hacer algo, por algún motivo terminas desistiendo.
El desánimo, tanto en el ámbito natural como en el espiritual, produce un sentimiento de incomodidad que, aunque no deseamos sentirlo está presente. Quieres hacer algo y te dispones a hacerlo, pero al momento te encuentras otra vez sentado en el mismo lugar en el que estabas; se te pasa el tiempo realmente en nada, sientes como si te secaras poco a poco, como si la llama que ardía en ti con fuerza de repente se ha ido apagando, y lo peor de todo es que a veces nosotros mismos somos los últimos en notarlo, nos enfocamos tanto en todo lo que está pasando alrededor que no nos damos cuenta de lo que pasa dentro de nosotros mismos.
La mayoría hemos pasado por momentos de este tipo, todos llegamos a un punto en que las cosas comienzan a sentirse monótonas; ponemos nuestra mirada en otras cosas cuando debería estar en Jesús, escuchamos algún mal comentario y comenzamos a perder la comunicación con Dios, a alejarnos de Él, y perdemos tanto el tiempo que para cuando caemos en la cuenta ya estamos por ahí, en algún rincón, tristes y desmotivados, sin esa fuerza de empuje que nos ayude a hacer algo, sin una motivación aparente.
Cuando nos sentimos desanimados acostumbramos a dejar de lado lo que con tantas ganas habíamos comenzado a hacer. A veces nuestros motivos para realizar una actividad o desempeño espiritual son muchos al comenzar, pero a medio camino los vamos perdiendo uno a uno hasta que tomamos la decisión de terminar con todo.
Pero más grande que las razones que provocaron tu desánimo, está el motivo principal que te anima a seguir adelante y a no desistir; es el amor de Dios el que te mueve, el que te impulsa hacia adelante, a mantenerte firme hacia la meta del camino que comenzaste. Sea miedo, dolor, tristeza, o decepción por lo que estés pasando, ten presente lo que dice Dios en su palabra Esforzaos y cobrad ánimo; no temáis ni tengáis miedo de ellos, porque Jehová tu Dios es el que va contigono te dejará, ni te desamparará. Deuteronomio 31:6

No importa cuantas veces quiera venir el desánimo a tu vida espiritual; una comunicación constante con Dios es la mejor manera de cerrarle la puerta en la cara y continuar en la labor.

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