Isaías capítulo 53, especialmente los versos 3 y 5 predicen el sufrimiento de Jesús, “Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de Él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos… Mas Él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre Él, y por Su llaga fuimos nosotros curados.” El Salmo 22:14-18 es otro poderoso pasaje que predice los sufrimientos del Mesías, “He sido derramado como el agua y todos mis huesos se descoyuntaron; mi corazón fue como cera, derritiéndose en medio de mis entrañas. Como un tiesto se secó mi vigor, y mi lengua se pegó a mi paladar, y me has puesto en el polvo de la muerte. Porque perros me han rodeado; me ha cercado cuadrilla de malignos; horadaron mis manos y mis pies. Contar puedo todos mis huesos; entre tanto, ellos me miran y me observan. Repartieron entre sí mis vestidos, y sobre mi ropa echaron suertes.”
¿Por qué Jesús tuvo que sufrir tan terriblemente? Muchos piensan que la tortura física de Jesús fue parte del castigo por nuestros pecados, que sufrió en nuestro lugar. Hasta cierto punto, mucho punto, este es el caso. Pero al mismo tiempo, la tortura que experimentó Jesús habla más de la crueldad y el odio de la humanidad, que del castigo de Dios por el pecado. El enorme odio de Satanás por Dios y Jesús, fue con seguridad parte de la motivación del implacable abuso y tortura. El sufrimiento de Jesús es el ejemplo último de lo que siente el hombre pecador hacia un Dios santo (Romanos 3:10-18).
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