sábado, 14 de diciembre de 2019

La gratitud

1 Tesalonicenses 5:18 “Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús

La gratitud es una de las actitudes del nuevo nacimiento de una persona que acaba de ser rescatada de la muerte eterna. Actitud que ya no se cultiva mucho en nuestros días. El egoísmo y el orgullo han minimizado los corazones de la humanidad, por lo que para la gratitud ya no hay cabida y menos para Dios, ya que el hombre aún piensa que lo que logra en la vida lo hace por sus propios medios.

Resultado de imagen de La gratitudLa ingratitud es sinónimo de no ser agradecidos con lo que Dios hace en nosotros, quien nos provee y nos salva de pecado a través de su misericordia. En la Biblia leemos la historia de los diez leprosos, un claro ejemplo de lo que es la gratitud y la ingratitud (Lucas 17:11-19).
En aquel tiempo, cuando una persona enfermaba de lepra, tenía que alejarse y aislarse por completo de sus familiares y amigos para no contaminar a nadie; era muy difícil que alguien pudiera ser curado, pero una vez que se confirmaba que estaba libre de lepra, se realizaba una ceremonia de purificación, y la persona, después de haber pasado por tan terrible enfermedad, se sentía agradecido de ser liberado de ella.
Este fue el mismo caso que leemos en el libro de Lucas, cuando diez leprosos le pidieron a Jesús que tuviera misericordia de ellos, y mientras se dirigían a donde Jesús les había dicho, fueron sanados.
Es evidente que Jesús los envió a mostrarse a los sacerdotes para que diesen testimonio de Quién los había sanado. Sin embargo, solo uno de los leprosos, al ver que había sido sanado, regresó glorificando a Dios con gran voz (Lucas 17:15), y Jesús al preguntarle donde estaban los otros nueve leprosos, le dice levántate y vete, tu fe te ha salvado” (verso 19). ¡Qué poderosas palabras son, después de una sencilla decisión de gratitud hacia Quien tuvo misericordia de la persona! (Colosenses 3:15).

En el libro de Romanos 1:18-23, leemos cómo el apóstol Pablo expresa el pecado de la ingratitud de la humanidad, cuando Dios ha manifestado su eterno poder y deidad desde la creación del mundo. Y aun así, habiendo conocido a Dios, no lo glorifican como a Dios ni hay agradecimiento hacia Él.
Pablo también exhortó a Timoteo en 2 Timoteo 3:1-2, sobre el carácter del hombre en los postreros días. Es decir, a través de la Palabra, Dios nos habla de los tiempos actuales, donde la ingratitud y el amor de las personas se enfriará (Mateo 24:12) por la maldad que vemos y escuchamos todos los días. Y esto se recrudecerá mucho más al final de los tiempos.
Tener una actitud de gratitud es un mandato por parte de Dios para los creyentes (1 Tesalonicenses 5:18), y debe ser parte de nuestra vida, juntamente con el gozo por haber sido rescatados de las tinieblas y exclamar todas las maravillas que Jehová ha hecho (Salmos 26:7).
No importan las circunstancias; sean buenas o malas, siempre habrá muchas más razones para dar gracias a Dios (Filipenses 4:6), ya que sabemos que Dios está obrando en nosotros para cumplir con su propósito y plan eterno, por lo que confiamos en Él para que sea honrado y glorificado (Romanos 8:28).
Seamos agradecidos ante las pruebas (1 Pedro 4:12-13); resistamos el sufrimiento y no temamos los ataques del enemigo, sino fijemos nuestra vista como viendo al Invisible, para que el evangelio sea anunciado y nuestro gozo sea cumplido con acción de gracias (Hebreos 11:27). Dios tiene el control y todas las situaciones nos ayudan a bien (Santiago 1:17-18), para el propósito para el cual fuimos llamados.
Vivamos con un corazón agradecido, andemos en el camino de la verdad, escudriñemos las Escrituras, y nos encontraremos grandes y hermosas promesas para todo aquél que ama y sigue a Jesús. En Él está nuestra seguridad, contentamiento y esperanza (Colosenses 2:6-7). Guardemos su Palabra y meditemos en ella de día y de noche (Colosenses 3:15-17).
La gratitud a Cristo es la antesala a toda una eternidad con Dios (Salmos 73:26).


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