jueves, 3 de octubre de 2019

Encerrado En Sus Propios Límites

“Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mente”. Ludwig Wittgenstein (1889-1951) Filósofo británico, de origen austriaco.
Los límites son necesarios en la vida, de tal manera que sin límites no hay ni seguridad ni responsabilidad. Hay límites en todas las áreas de la vida, sin embargo, cuando llegamos al terreno del Reino de Dios, aunque allí también existen límites, a veces Dios nos desafía a ir unos cuantos pasos más allá de ellos, para entrar en la dimensión de lo desconocido para nosotros pero conocido por Dios.
La Biblia nos habla de un día en el que un joven que le encantaba vivir dentro de los límites, se acercó a Jesús, y después de una ligera pero profunda charla, dio media vuelta y volvió a sus registros por temor a lo desconocido. Veamos el pasaje en la versión RVR-95.
Entonces se acercó uno y le dijo:
—Maestro bueno, ¿qué bien haré para tener la vida eterna?
Él le dijo:
—¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino uno: Dios. Pero si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos.
Le preguntó:
—¿Cuáles?
Y Jesús le contestó:
—No matarás. No adulterarás. No hurtarás. No dirás falso testimonio. Honra a tu padre y a tu madre. Y amarás a tu prójimo como a ti mismo.
El joven le dijo:
—Todo esto lo he guardado desde mi juventud. ¿Qué más me falta?
Jesús le dijo:
—Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme.
Al oír el joven esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones. Mateo 19:16-22.
En esta entrevista entre el joven rico y Jesús, vemos a un muchacho que había vivido cómodamente entre los límites conocidos. Había guardado todos los mandamientos y por ello se sentía orgulloso, cómodo y realizado, aunque sentía que le hacía falta algo más.
Resultado de imagen de Encerrado En Sus Propios LímitesPor eso cuando el Señor le dijo, conoces los mandamientos, él levanta su cabeza con aire de orgullo y satisfacción y dice: “Todo eso lo he guardado desde mi juventud”. En otras palabras, todo gira en torno a que viva dentro de los límites. Pues quiero decirte que tengo el examen aprobado. He vivido dentro de los límites.
Sin embargo, el Señor le dice: “Una cosa te falta”. Ya que has vivido dentro de los límites, te falta salirte ahora de ellos y hacer lo que nunca has hecho. Si quieres ser perfecto, ve y vende lo que posees y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme”.
Esas palabras conmocionaron a este hombre. Jesús le estaba pidiendo ir más allá de los límites, hacer lo que nunca había hecho, decir lo que nunca había dicho e ir donde nunca había ido.
La Palabra nos muestra que se fue triste porque era dueño de muchos bienes y él no quería salirse de los límites.
Amados hermanos, el reino de Dios tiene sus límites, que a veces se extienden más allá de nuestra perspectiva, y es entonces cuando Jesús nos dice: Vamos más allá de lo que conoces y hagamos lo que nunca has hecho.
“La única posibilidad de descubrir los límites de lo posible es aventurarse un poco más allá de ellos, hacia lo imposible”. Arthur C. Clarke. Escritor inglés de ciencia ficción.
Cuántos hombres y mujeres ricos como el del Nuevo Testamento se van tristes. Tal vez no sean ricos en posesiones, pero sí ricos en ideas, en planes, en sueños, en proyecciones, pero pobres en desafíos. No se atreven a ir más allá de donde están cuando Dios los desafía, porque se encuentran encerrados en medio de Siete Límites que Dios quiere que sobrepasemos.
Veamos estos Siete Límites.
  1. El Límite del Deber. Somos buenos para mantenernos en el campo del deber, ya sea en la familia, trabajo o religión. Aún en nuestra relación con Dios hacemos de la oración y la lectura de la Palabra un deber. Pero hay momentos en que Dios nos dice, deja a un lado el deber y ahora hagámoslo por Amor. Hay una gran diferencia entre el deber y el amor. Este joven cumplía los mandamientos por deber, pero le faltaba añadir Amor a eso, y por ello se fue triste y perdió la oportunidad de volar a otra dimensión. No dejes que el Deber te limite, agrégale amor al deber y los límites se ampliarán. “El amor al prójimo no conoce límites ideológicos ni confesionales”.
  2. El Límite de lo Conocido. Nos gusta lo conocido. No queremos ir a lo desconocido. Este joven nunca había vendido sus bienes y ni siquiera había estado cerca de los pobres. Por eso se detuvo en este límite. En el Reino de Dios, a veces Dios nos sorprende de forma que nos llama o nos envía a lo desconocido, y eso se vuelve una tremenda aventura. No dejes que lo desconocido te retenga. Hay un mundo nuevo esperando fuera de ti para explorar con el Espíritu Santo.
  3. El Límite De Los Prejuicios. Este joven tenía muchos prejuicios como buen judío de esa época. No miraba bien a los Samaritanos o publicanos. Había aprendido a mirar por encima de las cabezas de los demás. Como hombre de muchas riquezas, tenía prejuicios acerca de los pobres. Todos nosotros tenemos prejuicios hacía la gente, lugares o en nosotros mismos, creyendo que no podemos o no sabemos o que no lo lograremos. Mas Jesús sabe confrontar nuestros prejuicios.
  4. El Límite de la Culpa. Sin duda este joven, aunque decía que había guardado todos los mandamientos, en lo profundo de su alma podía sentir culpa porque en algún momento habría quebrantado alguno de ellos. Culpa es lo que ha detenido a muchos a no ir más allá de su estatus personal. El enemigo de sus almas los ha mantenido acorralados en la esquina del cuadrilátero, lanzando golpe tras golpe por las caídas o fallos del ayer.
  5. El Límite del Temor. Temor a lo desconocido o a no entender. Temor a volar. Muchos temores vinieron sobre el Joven rico como quizás han venido a ti. Jesús está a tu lado y te dice. “Yo Soy. No temas. Yo he vencido al mundo”. Juan 16;33
  6. El Límite de la Rutina. Rutina es un fantasma que hace que la gente no explore más allá de su entorno. La costumbre nos da cierta seguridad, pero nos roba la capacidad de avanzar en la vida.
  7. El Límite del Fracaso. Finalmente, el límite del fracaso. Vender todo puede llevarme al fracaso, pensó sin duda este joven. También tú y yo muchas veces lo hemos pensado. Nos han enseñado en la vida que fracasar es malo. Pero el fracaso es solo una manera más de aprender a hacer las cosas cada día mejor. La Biblia dice que siete veces cae el justo, pero de todas ellas se levantará.
En definitiva, el Joven rico se fue triste porque lo sujetaron estos siete límites. Pero, usted y yo no tenemos por qué irnos tristes. El Señor nunca nos pide nada para dejarnos avergonzados. Aunque a veces su desafío de saltar los límites parezca una tontería, no es así.
“La tontería es infinitamente más fascinante que la inteligencia. La inteligencia tiene sus límites, la tontería no”. Claude Chabrol. Director de cine francés.
Cuando Él dice vamos, es porque Él ya fue. Cuando Él dice dame, es porque Él ya nos dio. Cundo Él dice habla, es porque sus palabras ya están en nuestra boca.
El Señor le dijo a este rico, ”Si así lo haces, tendrás tesoro en el cielo”. Ésa es la recompensa de ir más allá de los límites. Dios tiene reservado un tesoro en el Reino. Ningún desafío queda sin su recompensa, ninguna olimpíada sin sus medallas, ningún reto sin una satisfacción sembrada en el alma.
Vamos. Caminemos ahora más allá de los límites y probemos que el Dios ilimitado estará a nuestro lado diciendo… Todo esto te lo daré y serás Padre de muchedumbres.

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