16 Si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó; 17 y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana: aún estáis en vuestros pecados. 18 Entonces también los que murieron en Cristo perecieron. 19 Si solamente para esta vida esperamos en Cristo, somos los más dignos de lástima de todos los hombres. 1ª Corintios 15;16-19.

Aunque lamentamos las pérdidas, la esperanza de la que habla el apóstol Pablo, es que la muerte no tiene la última palabra (1 Corintios 15:54-55). Le sigue algo más: la resurrección. Pablo fundamenta esa esperanza en la realidad de la resurrección de Cristo (verso 12), y afirma «si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe» (verso 14). Es una lástima que nuestra esperanza como creyentes se limite solo a este mundo (versículo 19).
Un día volveremos a ver a «los que durmieron en Cristo» (verso 18): padres y abuelos, amigos y vecinos, y quizá también a viejos compañeros de colegio. La resurrección tiene la última palabra.
Señor, haz que el poder de tu resurrección se refleje en mí.
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