miércoles, 30 de octubre de 2019

El ojo del Espíritu

¿Cómo se pueden comprender las cosas que se desarrollan o suceden en el mundo espiritual? Esto se logrará si se aprende a mirar con el "tercer ojo": la exploración del mundo espiritual.
En este momento la ciencia marca su auge en la civilización moderna. Esto significa que es una época en la que se mide hasta dónde puede llegar el razonamiento del hombre.
De acuerdo, la ciencia se desarrolla en base a la razón. En otras palabras, traído al contexto cristiano, la ciencia no es otra cosa que el desarrollo del alma del hombre.
No obstante, la fe no es una ciencia basada en la razón, no se descubre ni se desarrolla en base a la misma. Aun así, muchos cometen el error de considerar a la fe como un mecanismo del alma, de la razón y de la ciencia.

Algunos, modernos teólogos, intentan explicar la fe desde el punto de vista de la ciencia. Erróneamente, llegan a la conclusión de que La Biblia es solo un mito antiguo. ¡Grave error! La Biblia, que relata episodios de encuentros entre el Dios eterno y el hombre temporal, no puede ser considerada como un mero objeto de análisis académico.
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Obviamente, la razón adquiere un mayor conocimiento a través de los sentidos, es decir, comprendemos, perseguimos y sistematizamos los objetos a través de los sentidos: la vista, oído, olfato, gusto y tacto. Pero Dios habita en el mundo espiritual, que está por encima del mundo sensorial. De manera que resulta imposible conocer y percibir a Dios por medio del alma. Solo es posible conocer a Dios a través del tercer ojo, es decir, el ojo espiritual. 

Entonces, ¿cómo conocemos a Dios?
Podemos conocer y creer en Dios por medio de nuestro espíritu. La vida cristiana se lleva a cabo en el espíritu, no en el alma. Nuestro espíritu no vive de la razón, sino de la inspiración divina, es decir, de la visión. Por eso la vida cristiana no está en un plano racional ni carnal, sino espiritual. El mundo espiritual abraza al mundo racional de tal modo, que éste ocupa apenas una porción muy pequeña en el mundo espiritual. La vida cristiana consiste en comprender y creer en la Palabra de Dios mediante la revelación espiritual, para luego recibir la salvación, quebrantar la carne y administrar la vida mortal.

Podemos ver el mundo espiritual, cuando nacemos de nuevo en agua y en el Espíritu Santo. No es que nuestro espíritu, por sí mismo, pueda conocer el mundo espiritual. El hombre posee espíritu, sí, pero para llegar al conocimiento del mundo espiritual, tenemos que nacer de nuevo en agua y en el Espíritu Santo, tal como advirtió Jesús a Nicodemo.
El Espíritu Santo mora en nosotros una vez que recibimos a Jesús y recibimos el perdón de nuestros pecados. Es entonces, cuando comenzamos a creer que La Biblia es La Palabra de Dios. No es que "comprendamos" La Biblia, sino que la "creemos". Y no queda, entonces, margen a la duda en cuanto a la Creación, la división del mar Rojo, el nacimiento virginal de Jesús, el milagro de los cinco panes y los dos pescados, y la resurrección de Jesús pasados los tres días desde su muerte en la cruz. Toda aquella palabra que uno no podía comprender por medio de la razón y los sentidos, es revelada de tal forma, que uno comienza a creer como si lo viera y escuchara directamente.

De esto trata el mundo espiritual, del mundo de la fe. La fe pertenece al mundo espiritual. Por añadidura, no la vemos, ni la tenemos, con nuestros ojos físicos, pero ejerce una gran influencia en el plano espiritual.

En cierta oportunidad, una persona que había sido disciplinada en un grupo sectario, dijo que creía que su líder era el supuesto salvador, pues lo veía revelarse en sueños y visiones. En uno de esos sueños, después de comer, repentinamente apareció el líder, y al tocar su cabeza le dijo:
–Difícilmente serás un dragón, pero sí una gallina. Sé fiel tal como eres.
Esto le llevó a pensar que era "dios". Ellos dicen: "Vengan y crean, y así recibirán revelación". Además, dan testimonio de lo que han visto.
Esta clase de manifestaciones sucede muy frecuentemente, no solamente en los grupos sectarios, sino también en otras religiones. ¿Por qué? Porque hay un espíritu mortal que ejerce su poder. Les hace creer que ésa es la verdad, pero terminan en la perdición.
Sin embargo, la lucha por la fe es una lucha espiritual, de tal modo que resulta hasta innecesario argumentar en contra de las teorías que presentan los grupos sectarios. No es cuestión de discutir cuestiones teológicas para que ellos se percaten. En caso de que la fe fuera una cuestión del alma o de la carne, sería factible producir un cambio en ellos. Sin embargo, la fe es espiritual y, por consiguiente, no es posible persuadirlos con teorías teológicas. 
Entonces, ¿cómo podemos echar fuera al espíritu que ha atado a una persona? Esto es posible por medio del ayuno y de la oración. Podemos echar fuera al espíritu maligno con estos medios:

En algunas versiones de Mateo 17:21 se dice que Jesús les contestó a los discípulos: "Esta clase de demonios sólo puede ser expulsada a fuerza de ayuno y oración".

El apóstol Pablo dijo: "Porque nuestra lucha no es contra seres humanos, sino contra poderes, contra autoridades, contra potestades que dominan este mundo de tinieblas, contra fuerzas espirituales malignas en las regiones celestiales" (Efesios 6:12).
Debemos tener en cuenta, que las palabras que salen de la boca de las personas que siguen a ciertas sectas, no son palabras naturales, sino que están influenciadas por espíritus malignos. Es recomendable por lo tanto, evitar hablar de ciertas cuestiones con ellos.
Tito 3:10-11 dice: "Al que cause divisiones, amonéstalo dos veces, y después evítalo. Puedes estar seguro de que tal individuo se condena a sí mismo por ser un perverso pecador". 
Y en 2 Juan 10-11 se nos advierte: "Si alguien los visita y no lleva esta enseñanza, no lo reciban en casa ni le den la bienvenida, pues quien le da la bienvenida se hace cómplice de sus malas obras". Hay quienes dicen: "¿Qué tiene de malo hablar con ellos?" Pero la fe es espiritual, de manera que siempre es mejor evitar la influencia de esta clase de espíritus.
Anunciar el mensaje del Evangelio no es promover una teoría, sino transmitir el poder del Espíritu Santo. En otras palabras, es conectar al Espíritu Santo con aquellos que aún no lo conocen.
Asimismo, los que están bajo la influencia de espíritus del mal transmiten su esencia a través de sus mensajes. Por lo tanto, el hecho de discutir cuestiones teológicas con las personas que se encuentran cautivas bajo ciertas creencias, es una lucha espiritual. Y como cristianos, debemos procurar que el poder del Espíritu Santo sea transmitido por medio de nuestras palabras, palabras llenas de su presencia.

En Hechos, vemos que el rey Agripa, después de oír el mensaje de salvación por parte de Pablo, reacciona y dice: "Un poco más y me convences a hacerme cristiano"(26:28). Esto se debe a que, mediante el mensaje de Pablo, el Espíritu Santo había capturado el corazón del rey. No es posible concebir la fe sin la obra del Espíritu Santo, de manera que es absurdo juzgar, comprender y creer en Jesús por medio de la razón.

El motivo por el que podemos creer en Jesús, sin entender todas las cosas completamente mediante la razón, se debe a que el Espíritu Santo hace evidente a Jesús en nosotros. En consecuencia, es imposible anunciar el Evangelio sin la obra del Espíritu Santo.
Efesios 4:30 dice: "No agravien al Espíritu Santo de Dios, con el cual fueron sellados para el día de la redención". El sello implica posesión y garantía. El Espíritu Santo nos sella y nos dice: "Mío eres", hasta el día en que entremos al Reino de los cielos. Además, nos garantiza que somos el pueblo de Dios, y nos brinda protección.

En consecuencia, reconozca, dele la bienvenida y acepte al Espíritu Santo para que pueda producir mucho fruto en la evangelización.

               Por más que hayamos estudiado mucho y descubierto                   la verdad, si no contamos con la obra del Espíritu,                       nuestro mensaje se tornará emocional y no producirá                   vida en aquellos que lo escuchan. El mundo espiritual                   se transmite mediante nuestro espíritu, y en caso de                    que tenga que salir a evangelizar, o tenga alguna                         disputa con algún grupo de otra creencia, es                               fundamental que esté protegido espiritualmente.                         Alcanzaremos la victoria, si tan solo nos dejamos                         llenar por el Espíritu Santo mediante el ayuno y la                        oración, antes de realizar una labor espiritual.

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