6:15 am de la mañana, el día huele a gloria. El Espíritu Santo me levanta a alabar y mi boca asombrada de Su majestad, declara lo grande que es Él. Mi alma asombrada de donde la ha redimido, clama de agradecimiento. Es algo que solo ella y su Salvador saben. Solamente ella conoce cuán grande ha sido Dios para este siervo. Solamente ella sabe que lo más insignificante de realizar a ojos de los hombres, era imposible para este siervo. Solo ella conoce lo que significó un rayo de luz en las tinieblas.
No puedo evitar recordar cuando este siervo estaba desesperanzado y le habían dado por perdido. Había intentado todo para ser libre sin ningún éxito.
La agonía de estar herido de muerte en las tinieblas carcome el alma. El pensamiento incisivo de perecer perpetuamente en el infierno, te hace creer que ha acabado todo.
Veo a un ser que era inútil para la vida, con sus nervios destrozados de tanto ingerir alcohol, con una mente tan distorsionada que nada podía restaurarlo. Y con su alma atada al terror de la noche.
En eso llegó Aquél hombre que dijo que Él estaba dispuesto a dar su vida para devolverme la mía. Dijo que Él estaba dispuesto a restaurar mi mente y darme libertad derramando hasta la última gota de su sangre.
-¿Por qué estás dispuesto a dar tu vida y tu sangre por mí, si no valgo nada? Es demasiado el precio de tu vida por alguien inservible, le respondí.
-Para mí eres una obra maestra y en mi obra te quiero incluir, replicó.
Hasta entonces no veía utilidad o valor en mí, y no supe por qué Jesús sí. Y poco a poco Él restauró mi vida; haciéndome entender que en aquél momento, aunque todo indicaba lo contrario, yo para Él valía.
Él me ha hecho nacer de nuevo, me ha dado una nueva mente, un nuevo corazón, y una nueva vida que jamás imaginé.
Y hoy que me encuentro a unas horas de predicar por primera vez en una iglesia; hoy veo la manera en que Dios escribe por medio de mí para llevar mensajes a su pueblo, a muchas naciones; hoy me ha permitido ir a lugares que jamás imaginé y hacer devocionales. Hoy que estoy viviendo el sueño de Dios, mi alma simplemente no puede dejar de alabarle y agradecerle porque he nacido de nuevo.
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