La historia tiene que ver con una pequeña que deseaba tener una muñeca. Vivía con sus padres y su hermano Carlos, y se llamaba Esperanza. Su casa estaba en el campo donde no había negocio alguno que vendiera juguetes, y las muñecas que tenían sus amigas, se las habían comprado sus padres en la ciudad. Su mamá, para darle el gusto a su hija, le hizo una muñeca de trapo rellena con granos de maíz. Esperanza estaba feliz.
Cierto día, Carlos estaba afanado haciendo un pequeño barquito de madera, y su hermana entró corriendo al lugar y sin querer, pisó el juguete que se rompió en varias partes. —Mira lo que hiciste, ¿por qué no te fijas por dónde corres?, le dijo muy enojado, — ¡Y a mí qué!, contestó Esperanza, aunque se arrepintió rápidamente. Su hermano, dolido por la situación, decidió tomar venganza, y en un momento de descuido, tomó la muñeca de trapo de su hermana, enterrándola en el jardín. Esperanza sufrió mucho a causa de su juguete, y aunque la buscaron por todas partes no lo hallaron, mientras que Carlos, afligido, no hallaba la forma de desenterrarla y devolverla porque temía la reacción de sus padres.
Pasado el tiempo, un día que había llovido bastante, su mamá acudió al jardín para hacer algunos arreglos, y se fijó en que en un lugar apartado habían crecido unas hojitas de maíz que ella no había sembrado. Extrañada fue al lugar, hallando, semienterrada, la muñeca de trapo de Esperanza.
El que encubre sus pecados no prosperará, mas el que los confiesa y se aparta de ellos alcanzará misericordia. Proverbios 28:13.
No os engañéis; Dios no puede ser burlado, pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Gálatas 6:7.
Carlos, nunca imaginó la forma como se descubriría lo que había hecho, debiendo soportar las consecuencias que ello le trajo. Muchos son los hijos y las hijas de Dios Creador que cargan sobre sí pecados ocultos, y que aparentemente nadie conoce, viviendo unas vidas espirituales de mentira, pensando, al igual que Carlos, que nunca saldrán a la luz, pero no es así. En algún momento, en alguna hora, en algún instante de la vida, brotarán las hojas del pecado que se ha sembrado. Es un engaño creer que ello nunca sucederá. El Señor Dios Todopoderoso ha prometido misericordia para aquellos que, arrepentidos, busquen dar un giro total a sus vidas, para servirle como Él quiere que lo hagan.
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